¡Qué hay abuelo!
Me imagino como me verán desde fuera. Un anciano algo encorvado que pasea al ritmo de su bastón. Todas las mañana sale del portal, y pasando por delante de la frutería, saluda a Lucas; para seguir hasta la esquina que le lleva a su destino. Un destino que hoy será el mismo de todos los días, pero con un fin diferente. Lo he pensado mucho, y ya no hay marcha atrás. Lo que ayer comencé hay que terminar hoy. Ha sido una muy difícil decisión, sin embargo, todo ha comenzado ya. No sé en qué momento se torció el destino. Quizá fue el primer porro que le consentí. Total ¿quién a cierta edad no tontea con esas cosas? Algún día llegó borracho, aunque los jóvenes se emborrachan de vez en cuando. Lo mismo ese fue el error, suponer que todo era normal. Me comencé a preocupar el día en que su abuela se dio cuenta de que le faltaba dinero. De ahí en adelante todo fue a peor. O nos robaba el dinero o nos lo pedía con tal violencia que preferíamos dárselo. Su abuela, la mujer que siempre me hizo fel