Un comentario sin más
Dos amigas de la infancia coinciden por casualidad en su pueblo de origen. Cada una llegó por su lado, pero al encontrarse caminan juntas para ir recordando sus vivencias de infancia. —Mira, la casa de Juana. ¿Te acuerdas de ella? Sí, mujer, la hija de Agapito, el del molino. Sí, aquel que además de Juana tenía cinco hijos más. El mayor, el pobre, enfermó de pequeño y se salvó por los pelos, bueno y porque Andrea, la mujer del cabrero, fue a buscar al médico. —Sí, esta es la casa. —Le responde su amiga con la cara de no saber a quién se refiere. —Pero, ¿te acuerdas de ella? La que su madre se casó con el molinero, ya embarazada. Juana, la que de pequeña jugaba con una muñeca, hasta que la bañó en el río y al ser de cartón se le deshizo. ¿Te acuerdas de lo que nos reímos? ¡Cómo lloraba la pobre! —Sí, esta es la casa—Intentaba cortar la verborrea de la mujer y que fuera al grano. —Es la casa de Juana, te tienes que acordar. Se casó con el hijo del panadero. Sí, aquel hombre feo que todo