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Mostrando entradas de mayo, 2024

Un comentario sin más

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 Dos amigas de la infancia coinciden por casualidad en su pueblo de origen. Cada una llegó por su lado, pero al encontrarse caminan juntas para ir recordando sus vivencias de infancia. —Mira, la casa de Juana. ¿Te acuerdas de ella? Sí, mujer, la hija de Agapito, el del molino. Sí, aquel que además de Juana tenía cinco hijos más. El mayor, el pobre, enfermó de pequeño y se salvó por los pelos, bueno y porque Andrea, la mujer del cabrero, fue a buscar al médico. —Sí, esta es la casa. —Le responde su amiga con la cara de no saber a quién se refiere. —Pero, ¿te acuerdas de ella? La que su madre se casó con el molinero, ya embarazada. Juana, la que de pequeña jugaba con una muñeca, hasta que la bañó en el río y al ser de cartón se le deshizo. ¿Te acuerdas de lo que nos reímos? ¡Cómo lloraba la pobre! —Sí, esta es la casa—Intentaba cortar la verborrea de la mujer y que fuera al grano. —Es la casa de Juana, te tienes que acordar. Se casó con el hijo del panadero. Sí, aquel hombre feo que todo

El jarrón

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 Entro en casa con bolsas en las manos, el bolso en el hombro y el paraguas enganchado en el brazo. Llueve a mares y yo con la nevera vacía. Bueno a eso, lo de la nevera, ya le he puesto remedio. Lo otro no está en mis manos. Con toda esa carga me giro con la idea de meterme en la cocina para vaciar las bolsas, con tan mala suerte que el paraguas pega en el mueble de la entrada. El jarrón que hay encima cae al suelo haciéndose añicos. Suelto bruscamente todas las bolsas, como si así pudiese volver atrás el tiempo y evitar el gran desastre.   Ese jarrón tenía más de 150 años. Lo hizo el abuelo de mi abuelo, con sus manos de alfarero. Me han contado muchas veces la historia.   Recojo llorando cada pedazo de barro. Intento que no quede ningún pequeño trozo, aunque hay algunos que me es imposible recoger. Los meto con mucho cuidado en una caja. No sé cómo lo voy a hacer, pero mi intención es pegar cada fragmento. El disgusto que tengo me lo nota de inmediato mi madre al descolgar el teléfo