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Mostrando entradas de agosto, 2020

Nazi

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  El primer día que me crucé con él me llamó la atención, su semblante osco y su duro aspecto. Al pasar a mi lado con la cara alta pero su mirada perdida en alguna parte detrás de mí. Me quedé pensando en su cara durante un rato. Era serio, sus rasgos duros, la ausencia de expresión en su boca, su postura tiesa y rígida.   Al día siguiente me volví a cruzar con él y me resulto desagradable su aspecto.   Me recordaba a las fotografías de los nazis. Y en mi interior le “bauticé”, el nazi.   Todos los días a la misma hora nos cruzábamos   y un día hasta le saludé por inercia. Y me contestó, yo creo que por la misma razón.   Una mañana en el trabajo, me llaman de la planta de pediatría necesitaban hablar conmigo de un curso. Subo a la planta e intento buscar a la supervisora para aclarar algunos detalles, entro en un pasillo donde había habitaciones y me doy media vuelta; por ahí no es. ¡Cachis! Me meto por otro pasillo y veo una sala con un montón de niños correteando con sus

Lindos abuelitos

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    Hoy empiezo a trabajar en una residencia nueva. Los residentes son personas con demencia, no todos tienen Alzheimer; hay otro tipo de demencias seniles. La planta es grande consta de tres pasillos en forma de T. El pasillo central comunica con la parte de la residencia donde están las personas asistidas. Los otros dos son los de las habitaciones, el comedor y los baños. Al entrar me encuentro con 30 "abuelos"; si, así les llamamos a pesar de que muchos no tienen ni nietos ni hijos, pero cariñosamente y sin ánimo de ofender se les suele nombrar así. Pues como decía había 30 nada más y nada menos , Unos 20 estaban sentados en sillas de ruedas formando un gran circulo y los demás deambulaban libremente por la planta. Nada más entrar me dan la lista de "abuelos" les tengo que dar la merienda, la cena y entre una cosa y otra, llevar al wc. Todo esto lo hago algo más torpe que las demás, ya que es mi primer día y no les conozco, pero lo voy llevando más o menos bi

Enfermedad grave

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  Es la primera vez, nunca he venido a urgencias. Piensa el joven asustado y bastante preocupado.   Pero es que esto es grave. No sé qué me va a pasar, se dice a si mismo cada vez más agobiado. Al lado tiene una mujer con el brazo izquierdo agarrado con la otra mano. Parece que la muñeca la tiene algo deformada e hinchada. El joven la mira y piensa; esta mujer parece que la muñeca la tiene rota ,pero con una escayola solucionado. Ojala lo mío tuviera la solución tan fácil. Delante de la mujer de la muñeca rota hay un hombre de mediana edad pálido y sudoroso, se lleva continuamente la mano al pecho . Una enfermera sale de un cuarto y al verlo, con la ayuda de una celadora,   lo monta con rapidez en una silla de ruedas y lo traslada hacia la zona de boxes. Vaya, dice el joven, y para sus adentros piensa, ¿qué pasa que en mí nadie se fija? Por el pasillo vuelve acalorada , la enfermera de antes y entra en un cuarto y dice un nombre de mujer, que por lo visto pertenece la señora de la

sueños infantiles

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  Hoy me miro a los ojos en el espejo, allí en lo más profundo y veo a una mujer que supo vivir. Pero me acuerdo de aquella niña que un día hizo lo mismo. A sus casi nueve años , se miraba en el espejo y hacia muecas graciosas, se cambiaba el peinado y se miraba a los ojos en un espejo del pasillo de su casa. Esa niña que antes de dormir no contaba ovejas, si no que imaginaba historias donde era la protagonista. Las historias en las que salvaba a sus amigos , porque ella tenía poderes. Podía volar o ser invisible o simplemente correr más que un coche. Esa niña se observaba el fondo de los ojos y   soñaba con su futuro. Se veía como una jovencita risueña con novio y con carrera. Se imaginaba como una mujer casada que cuidaba de su familia y se atrevía a verse como una abuela con nietos; ahí dejaba de imaginar y se reía. Hoy en el espejo me pregunto,   ¿Dónde quedaron todos los sueños de los niños? Sueños que vivían despiertos y que gritaban como un gran juego. Esos sueños que les ha

Oscuridad

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Hola, hola ¿estáis ahí? Me he muerto. ¿Hay alguien más conmigo? La respuesta fue un silencio oscuro un eco de su propia voz. Palpando a su alrededor solo notaba vacío. Intentó levantarse moviéndose despacio. De pie se podía poner , pero seguía sin ver ni oír nada. Da un paso vacilante, y luego otro, no se tropieza con nada. El sudor empieza a aparecer en su espalda. ¿NO hay nadie? Pregunta con la voz cada vez más temblorosa. Se para y pone atención ladeando un poco la cabeza , pensando que así oirá algo. Nada. Da varios pasos más y algo nota en el suelo. Su pie a tropezado con algo. Parece blando y caliente. Y un escalofrió le recorre la espalda Da un paso hacia atrás dubitativa. ¿Qué era eso? Sigue poniendo el oído atento a cualquier ruido y al fin un ruido como un roce, y parece cercano. ¿Hay alguien? Vuelve a preguntar esta vez hablando alto, en vez de gritar. Después de dar un par de pasos llega a lo que a él le parece una escalera y de pronto nota que algo húmedo y calient