Nazi
El primer día que me crucé con él me llamó la atención, su semblante osco y su duro aspecto. Al pasar a mi lado con la cara alta pero su mirada perdida en alguna parte detrás de mí. Me quedé pensando en su cara durante un rato. Era serio, sus rasgos duros, la ausencia de expresión en su boca, su postura tiesa y rígida. Al día siguiente me volví a cruzar con él y me resulto desagradable su aspecto. Me recordaba a las fotografías de los nazis. Y en mi interior le “bauticé”, el nazi. Todos los días a la misma hora nos cruzábamos y un día hasta le saludé por inercia. Y me contestó, yo creo que por la misma razón. Una mañana en el trabajo, me llaman de la planta de pediatría necesitaban hablar conmigo de un curso. Subo a la planta e intento buscar a la supervisora para aclarar algunos detalles, entro en un pasillo donde había habitaciones y me doy media vuelta; por ahí no es. ¡Cachis! Me meto por otro pasillo y veo una sala con un montón de niños correteando con sus