Lindos abuelitos
Hoy empiezo a trabajar en una residencia nueva. Los residentes son personas con demencia, no todos tienen Alzheimer; hay otro tipo de demencias seniles. La planta es grande consta de tres pasillos en forma de T. El pasillo central comunica con la parte de la residencia donde están las personas asistidas. Los otros dos son los de las habitaciones, el comedor y los baños.
Al entrar me encuentro con 30 "abuelos"; si, así les llamamos a pesar de que muchos no tienen ni nietos ni hijos, pero cariñosamente y sin ánimo de ofender se les suele nombrar así. Pues como decía había 30 nada más y nada menos , Unos 20 estaban sentados en sillas de ruedas formando un gran circulo y los demás deambulaban libremente por la planta.
Nada más entrar me dan la lista de "abuelos" les tengo que dar la merienda, la cena y entre una cosa y otra, llevar al wc. Todo esto lo hago algo más torpe que las demás, ya que es mi primer día y no les conozco, pero lo voy llevando más o menos bien. Llega la hora de meterles en la cama y mis compañeras con mucha paciencia y voluntad me van explicando cómo se acuestan. Me repiten que no me deje "torear" , todos se les acuesta desnuditos , vamos, sin nada de ropa. Yo con los ojos como platos pero calladita me pongo a ello.
A Luciana no me cuesta mucho acostarla, es bastante colaboradora dentro de lo que cabe. Tengo solo nueve más, cuatro de ellos van en silla y no dicen nada , los acuesto sin dificultad usando una grúa para ello. Bueno sólo me faltan cinco. Me ha dicho que deje a Gerardo el ultimo, que suele protestar mucho. Bueno, me meto en la habitación con Genara y cuando yo le quito la camiseta, ella me mira con ojos de odio. Buff! Me digo esta mujer no tiene buen genio. Al tumbarla en la cama y quitarle el pantalón , da tal patada, que ni Messi en sus buenos tiempos, la esquivo de milagro pero ya está; en la cama desnuda pero bien tapadita con las mantas. Un angelito parece. Después de acostar al resto, me preparo para ir a por Gerardo. A este si le llaman abuelo, y lo parece, el típico abuelito tierno de pueblo con su boina y su bastón. Me da ternura mirarle. Le agarro de la mano y le acompaño a su habitación. Ahí se me pone un poco remolón pero le convenzo para entrar y cierro la puerta. Este no se escapa, me digo para darme ánimos . Comienzo a quitarle la ropa, Madre Mia, pero ¿cuántos jerséis lleva este hombre? Tras la cuarta capa de ropa intuyo que la camiseta interior será la última. Gerardo la sujeta como si fuera el sueldo del mes, y de paso me coge el pelo y me da tal tirón, que algún mechón se ha quedado entre sus dedos. Tras soltarle la mano de mi cabellera , procedo a quitarle el pantalón. Eso creo que le gusta menos que las cuatro capas que abrigaban su torso. En fin pantalón quitado , lo siguiente, ¿pero este hombre que lleva puesto? Unos calzoncillos largos, es decir su prenda interior va desde la cintura al tobillo. Respiro hondo, cojo aire y a la batalla, que se salda con mi coleta totalmente desecha, mis gafas colgando de la oreja derecha y mi casaca con dos botones arrancados. Por último los dientes, hay que quitar las dentaduras postizas a todos, me advirtieron mis compañeras. En ese momento meto mis dedos ágiles y atrapo la prótesis superior, tiro firmemente y veo como Gerardo me mira con los ojos desorbitados, intentando mascullar algo. Pero yo sigo y sigo tirando pero , nada , no hay forma. Me rindo y me digo, pues si ese adhesivo protésico es tan eficaz, desde luego no corre ningún peligro que se le suelte esta noche. Y ahí le dejo con su dentadura puesta.
Bueno ya está, tapadito y todo. Salgo de la habitación colocándome las gafas y veo que la enfermera viene hacia mí, con una galleta en la mano. Oye! Me dice, me olvidé de darle la medicación a Gerardo ¿me haces el favor? Además así lo podrás acostar más fácil si esperas cinco minutos a que le haga efecto. Es una galleta con mermelada y las gotas, si no, no hay manera de que las tome. Después será un corderito para quitarle la ropa y meterle en la cama. La enfermera se da la vuelta para irse y de pronto se vuelve y me dice. Que no se te olvide que Gerardo es especial, es el único abuelo que duerme con la ropa interior puesta. Ah y no lleva dentadura postiza, los dientes son propios.
Mi cara de rabia y de triunfo a la vez no se podía leer ya que me di la vuelta y abrí la puerta para darle la galleta al lindo abuelito, que encontré sentado en la cama con el pantalón puesto y poniéndose la segunda camiseta.
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