sueños infantiles
Hoy me miro a los ojos en el espejo, allí en lo más profundo y veo a una mujer que supo vivir. Pero me acuerdo de aquella niña que un día hizo lo mismo. A sus casi nueve años , se miraba en el espejo y hacia muecas graciosas, se cambiaba el peinado y se miraba a los ojos en un espejo del pasillo de su casa. Esa niña que antes de dormir no contaba ovejas, si no que imaginaba historias donde era la protagonista. Las historias en las que salvaba a sus amigos , porque ella tenía poderes. Podía volar o ser invisible o simplemente correr más que un coche.
Esa niña se observaba el fondo de los ojos y soñaba con su futuro. Se veía como una jovencita risueña con novio y con carrera. Se imaginaba como una mujer casada que cuidaba de su familia y se atrevía a verse como una abuela con nietos; ahí dejaba de imaginar y se reía.
Hoy en el espejo me pregunto, ¿Dónde quedaron todos los sueños de los niños? Sueños que vivían despiertos y que gritaban como un gran juego. Esos sueños que les hacían ser héroes. Donde eran invisibles o volaban. Sueños en los que siempre eran de los buenos y siempre ganaban.
Quiero tener ilusiones inocentes, sueños despreocupados e imposibles. Porque esos son los sueños de los niños.
Este espejo me devuelve otro reflejo pero los mismos ojos, con otros sueños pero con muchas cosas en común. Sigo durmiéndome imaginando historias. Sigo siendo la heroína.
Sigamos soñando como niños, aunque vivamos como adultos.
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