Enfermedad grave
Pero es que esto es grave. No sé qué me va a pasar, se dice a si mismo cada vez más agobiado. Al lado tiene una mujer con el brazo izquierdo agarrado con la otra mano. Parece que la muñeca la tiene algo deformada e hinchada. El joven la mira y piensa; esta mujer parece que la muñeca la tiene rota ,pero con una escayola solucionado. Ojala lo mío tuviera la solución tan fácil. Delante de la mujer de la muñeca rota hay un hombre de mediana edad pálido y sudoroso, se lleva continuamente la mano al pecho . Una enfermera sale de un cuarto y al verlo, con la ayuda de una celadora, lo monta con rapidez en una silla de ruedas y lo traslada hacia la zona de boxes.
Vaya, dice el joven, y para sus adentros piensa, ¿qué pasa que en mí nadie se fija? Por el pasillo vuelve acalorada , la enfermera de antes y entra en un cuarto y dice un nombre de mujer, que por lo visto pertenece la señora de la muñeca rota.
Cada vez está más asustado , le duele su píe. Ese charco ¿Qué tendría? Seguro que una bacteria me ha infectado y me tendrán que contar el píe para evitar que la infección suba al resto del cuerpo. ¿En que iría yo pensando para salpicarme así y llenarme la bota de agua sucia? En esa zona hay fábricas y seguro que hacen vertidos tóxicos. Madre mía! ¿Pero cuanto tarde esa mujer? Total para una muñeca rota. Lo mío sí que es grave. Y entre el caradura que han metido en silla y la señora esta ; se me va a subir la infección por la pierna.
Al fin la mujer sale y se dirige hacia una sala de espera. El joven la mira y se dice, pues como me manden esperar más seguro que pillan la infección tarde.
¿Por qué no me daría cuenta antes de como tenía el pie? Claro, esa manía de quitarme la ropa y el calzado sin encender la luz. Seguro que si lo llego a ver nada más quitarme el calcetín empapado, seguro que la intensidad era menor . Pero bueno ya estoy aquí. Rodrigo!! Tan ensimismado en sus pensamientos estaba, que no había oído la primera vez que le habían llamado. Se levanta y cojeando se acerca a la mesa donde una enfermera le mira y ve lo agobiado que está.
_Bueno ¿qué te ha pasado Rodrigo? Le pregunta muy amable
_ Mira, le responde quitándose la zapatilla y enseñando su pie azul.
La enfermera mira el píe, le mira a él y le dice ¿ cómo te lo has hecho? Rodrigo ya no puede más y las lágrimas le asoman a los ojos.
_ Pisé un charco cerca de la fábrica de ruedas. Y la bota se me llenó de agua. Seguro que era agua con muchas bacterias. Le cuenta ya desbordado por el miedo.
La enfermera se levanta para observar mejor y mira hacia el techo resoplando . Coge un algodón y mientras lo empapa en un líquido que Rodrigo no identifica, le pregunta ¿Llevabas calcetines?
_ Sí claro , le responde
_ ¿ Y de que color eran?
En ese momento una explosión entre alivio, enfado y vergüenza le estalla en el estomago subiendo hacia la garganta. Y mirando incrédulo a la enfermera le dice azules, los calcetines son azules.
La enfermera frota el pie con su algodón tiñéndolo de azul y mirándole a los ojos le dice
_ Para tu enfermedad te recomiendo agua y jabón en abundancia. Pero saldrás de esta.
Muy bueno
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