Al fin la fortuna me visita
Como cada mañana, me visto con prisa, ya que el frío se me mete en los huesos. Corro al baño más cercano a mi cama para asearme. Me calzo los zapatos rojos, que tanto revuelo han armado en el trabajo y salgo apresurado, para no perder el tranvía que me llevará al otro lado de la ciudad. Allí me espera un día lleno de quehaceres, las horas suelen pasar rápido. He congeniado con los compañeros, que son un encanto, no faltan risas entre tarea y café. Soy el nuevo, y eso siempre suscita curiosidad. Mi vida, por fin, ha girado en la rotonda de la fortuna. Después de los varapalos con los que me ha tratado, al fin me da un respiro. Trabajo ganándome el sustento, sin tener que depender de terceros. Estoy muy ilusionado, he encontrado un nuevo alojamiento. Es un piso compartido, pero seguro que mejor que mi actual morada. Me mudo el sábado, y teniendo en cuenta que hoy es jueves, ya queda un suspiro. Esta noche será la última que duerma allí. Ya tengo mis cosas preparadas para la mudanza