Al final del día
El sonido del tractor es el anuncio de su llegada. Valdovina se lava las manos y, sin ser consciente de ello, las seca en el trapo de la cocina. Los niños están tranquilos. Después de hacer los deberes, les ha dejado ver la televisión, algo que para ellos es un sedante. Al asomarse por la ventana, ve el remolque con restos de barro del camino. Está vacío, lo que indica que hoy llegará cansado. Eso le da pena, aunque se le escapa una sonrisa traviesa. — ¡Niños a cenar! Ha llegado papá. —Grita desde la cocina, con la esperanza de que la televisión deje de hipnotizar a sus pequeños. El ruido de la puerta al abrirse es lo que hace que la "caja tonta" pierda el influjo sobre ellos. Los niños saltan del viejo sofá para abrazar a su padre. Risas, parloteo y carreras es lo que Valdovina escucha desde la cocina mientras pone la mesa. Estevao se asoma por la puerta de la cocina con uno de los niños en un brazo y el otro agarrado a su pierna. —Valdovina, ¿está ya la cena?—Le pregun