SAlir de ahí
No sé dónde esconderme, él parece estar en todas partes. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Qué fue de aquel joven apuesto que me hizo sentir la mujer más afortunada del mundo? ¿Mi error? Pensar que la fortuna era que él me quisiera. ¡Qué tonta! Eso pasa cuando te enamoras, solo ves la cara bonita de la otra persona. Al menos eso me sucedió a mí. La ilusión se truncó en la noche de bodas. Ahí descubrí el monstruo con el que me había casado. Después de saciarse de mí sin miramientos, lo cual, me hizo sospechar que algo había cambiado, vino la confirmación.
—Tú estás para mí. Todo lo que yo quiera me lo das o sin más lo cogeré. Nada de estar haciendo el vago, aquí se trabaja. La casa tiene que estar recogida, la comida en la mesa. Porque digo yo que sabrás cocinar… Se acabó eso de salir a pasear a cualquier hora. Si sales lo harás de mi brazo, ¿entendido? —Me soltó como un discurso aprendido.
No salía de mi asombro, no entendía ese cambio.
—¿Qué si has entendido? —Me gritó.
Aquello fue el inicio de un calvario que no le deseo a nadie. Era imposible huir de sus garras.
Unos años y una hija en común más tarde, me han dado la valentía para dar un paso que nunca creí que podría dar. El ejemplo que tengo que dar a mi hija y sobre todo que ella no vea quién es de verdad su padre, me hacen pasar por encima del miedo. ¡No voy a consentir que le ponga un dedo encima!
Llevo fuera de su alcance apenas dos días. Me ha ayudado gente que tal vez lo pague caro. No nos podemos quedar más de cuatro horas en un mismo lugar. Eso es agotador, en especial para la pequeña Hermesinda. A sus cuatro años, apenas entiende lo que está sucediendo. Su mirada de temor cuando el monstruo me acribilla con sus gritos, y su forma de temblar cuando su mano de hierro marcaba mi cara; quiero que se borren de su memoria para siempre.
Mañana zarpa el barco que nos alejará para siempre de él, aunque también de todas las personas que me están ayudando. Mi padre es el que más se juega. Le tiene muy engañado. Para mi marido, su suegro piensa como él. Aunque le tiene como a un pusilánime con poca personalidad y que está dominado por su mujer. Nada más lejos de la realidad.
A mis oídos ha llegado que nunca le han visto tan furioso. Eso me provoca mucho miedo. Sé que, si nos encuentra, mi niña quedará huérfana.
El barco ya está en el puerto. Nosotras embarcaremos las últimas. El equipaje está en casa de mi amiga Preciosa. Fue a la primera persona que visitó cuando se percató de nuestra huida. Osó amenazarla delante de su marido, el cual se interpuso entre ellos para evitar que la golpeara.
Ya es la hora, este es el momento más peligroso. Si sospecha que embarcamos, nos esperará allí. Anoche, la bestia abandonó a mi padre tras regalarle su repetitivo discurso, llamándolo inútil y calzonazos, entre otras cosas.
Mi niña está cansada y asustada. Nos dirigimos a la pasarela donde, con antelación, mi amiga y su marido, han llevado nuestro equipaje; por llamarlo de alguna manera, ya que no he podido coger mucha ropa.
Con un pie en la pasarela, la pequeña de mi mano y las lágrimas en los ojos, me parece escuchar mi nombre a lo lejos. Aprieto el paso tirando de mi niña y poco me falta para echar a correr.
Un marinero coge a Hermesinda, y me apremia, gritando que soy la última. Los gritos cada vez son más cercanos. Llego a la altura del marino y este se apresura a recoger la pasarela.
Alguien grita desde abajo. Veo la cara de rabia y odio del padre de mi hija. Grita todo tipo de insultos y órdenes que la tripulación ignora.
Le miro desde la distancia y un escalofrío me recorre la espalda, al notar el odio puro en sus ojos.
Me giro, escuchando cada vez más lejanos sus gritos.
Una nueva vida me espera en lo que llaman el nuevo mundo.
Que importante es hablar y escribir sobre éstas situaciones que viven muchas mujeres y niños Gracias
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