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Mostrando entradas de febrero, 2024

Desilusión

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 Se fueron, la ilusión y las ganas, a pasear por el camino de la decepción. El lugar donde paso tantas horas me tiene desencantada. Recuerdo el primer día en aquel pasillo, la emoción hacía que me temblara hasta la voz. Mi uniforme consistía en casaca, pantalón y una sonrisa, que ya traía puesta de casa.  Los nervios por hacer todo bien, por aprender, por los compañeros, que nadie me tome por vaga y por no fiarme de mi memoria, provocaron más de una contractura y una libreta llena de apuntes. Esos primeros nervios pasaron, pero la alegría de hacer lo que me gusta, no. ¿En qué momento eso cambió? ¿Quién apuñaló mis ganas? ¿Por qué no le puse una armadura más resistente a aquellas sensaciones?  Todo aquello que me llenaba de alegría, ahora lo realizo con la profesionalidad que puedo, pero sin ilusión, ni ganas. El vacío lo inunda todo. Ni los encuentros con las compañeras me motivan. Quizá sean los años. Tal vez la desidia que se respira en el ambiente. No quiero rendirme, ni confórmame.

Story time

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 Os voy a contar mi rutina cuando trabajo de mañana, o como los jóvenes lo llaman ahora, la story time de mi mañana. Me despierto con la radio. Pego el brinco correspondiente al arrebatarte de los brazos de Morfeo con un “la temperatura actual es de 4º y se prevé no supere los 10º…” En fin, con ese panorama retiro con suavidad las mantas, como para no asustar al calorcito que me ha acompañado toda la noche. Es igual, el aguijón del frío me espabila de golpe. Voy corriendo al baño, no sin antes calcular la posición de los muebles de la habitación, para que el dedo meñique de mi pie no salga malogrado en el camino. En el tiempo que tardo en expulsar de mi cuerpo la orina acumulada durante la noche, un calefactor templa el habitáculo. Eso permite darme una ducha sin que me castañeteen los dientes. Meto una mano para comprobar la temperatura del agua y tras verificar qué es la adecuada, entro en la ducha. Me enjabono las axilas a conciencia y los bajos, por delante y por detrás. Ahí insis

El repartidor de pizza

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 De lejos, solo son una pareja de jóvenes enamorados, pero de cerca, son una jovencísima chica enamorada y un chico con un duelo en el corazón. La abraza sabiendo que le va a romper por dentro, que mañana le odiará. Aunque no le queda más remedio que hacerlo. Ella se aferra a su cuerpo como un náufrago a su salvavidas. Es su único consuelo en este país. Él es el amor de su vida. Una vida fácil, vista desde fuera, aunque la presión que siente de su padre le resulta asfixiante. Su padre es el hombre que más ama en este mundo, salvo ahora que ese amor también lo recibe Lisímaco. El tiempo que puede estar con su padre es lo que llaman tiempo de calidad, si bien, es muy escaso. Es un empresario con grandes responsabilidades. Últimamente, le apremia para que estudie y termine la carrera lo antes posible. Para ello la envió a estudiar a Barcelona, muy lejos de su Perú natal.   Al separarse, el joven sube a su moto y se aleja roto por dentro, ¿por qué a ella? El dolor que le va a infligir le d

No me lo creo

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Los paseos por la playa tomados de la mano. Los besos apasionados ignorando las palabras censuradoras de nuestro alrededor.  Así fueron los inicios de nuestra historia común. La pasión y la complicidad nunca faltaron. Hoy lo veo en ese banquillo y no lo puedo creer. El padre de mis hijos con las manos unidas por unos grilletes. Esas mismas manos que me hacían vibrar de placer. ¿Cuándo se torció todo? ¿En qué momento dejé de conocerlo?  Sentado con pose erguida, como si todo esto fuese una obra de teatro de las que tanto disfrutábamos juntos.  En la celebración de nuestro aniversario fuimos a un restaurante “fino” como yo llamaba a esos que rompían el presupuesto mensual con una cena. Mis gritos y desconcierto no le alteraron lo más mínimo, al llevárselo arrestado. Para él era algo esperado.  Fueron días de interrogatorios constantes, preguntas y más preguntas que yo no entendía a que venían. Aunque a mis interrogantes nadie contestaba. Poco a poco fui enterándome de algo. ¡Qué bien est