Desilusión

 Se fueron, la ilusión y las ganas, a pasear por el camino de la decepción. El lugar donde paso tantas horas me tiene desencantada.

Recuerdo el primer día en aquel pasillo, la emoción hacía que me temblara hasta la voz. Mi uniforme consistía en casaca, pantalón y una sonrisa, que ya traía puesta de casa. 

Los nervios por hacer todo bien, por aprender, por los compañeros, que nadie me tome por vaga y por no fiarme de mi memoria, provocaron más de una contractura y una libreta llena de apuntes.

Esos primeros nervios pasaron, pero la alegría de hacer lo que me gusta, no.

¿En qué momento eso cambió? ¿Quién apuñaló mis ganas? ¿Por qué no le puse una armadura más resistente a aquellas sensaciones? 

Todo aquello que me llenaba de alegría, ahora lo realizo con la profesionalidad que puedo, pero sin ilusión, ni ganas. El vacío lo inunda todo. Ni los encuentros con las compañeras me motivan.

Quizá sean los años. Tal vez la desidia que se respira en el ambiente. No quiero rendirme, ni confórmame. Voy a buscar, y dicen que el que busca halla, una pócima que me devuelva todo aquello. No sé cómo lo voy a hacer, ya que es difícil nadar contra corriente, pero como en una mítica película, dijo su protagonista, a Dios pongo por testigo que lo conseguiré.








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