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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Mi valiosa esposa

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 Que ganas tengo de llegar a casa. Estoy agotado. Subo la escalera pensando en mi recién estrenada esposa, las ganas que tengo de tenerla de nuevo entre mis brazos. Cada día me sorprende con algo, ya veremos que me tiene preparado hoy. Al abrir la puerta se me posa un frío estremecedor en mi espalda. No oigo la voz cantarina de Edita. Antes de llegar a la habitación que compartimos, me detengo en seco, al ver a mi mujer sentada en el suelo del aseo. Está acurrucada, llorando, apoyada en la lavadora que ocupa casi todo el espacio del baño. Acercándome con el corazón encogido, le pregunto qué es lo que le pasa. Levanta su cara despacio y me percato de que su llanto es genuino. Las manchas del rímel corrido por toda la cara y sus ojos rojos me dicen que lleva mucho tiempo llorando sin consuelo. Me siento a su lado en el suelo y la abrazo.  _ Cuéntame, ¿qué sucede? Le susurro al oído. _ En el garaje… no se cerraba la puerta.  Me intenta explicar entre hipidos. _ Y unos chicos entraron … _

Fuego celestial

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 Acaba de pasar la festividad de Santa Teresa, y es época de quema de rastrojos. Argimiro lo sabe bien. Cada año sube a las tierras que tiene arriba, muy cerca del monte. Tan cerca del monte que a veces le ha robado algún metro de tierra a este, para sembrar un poquito más y así poder cosechar algo que no sea para vender. Eso “robado" es para dar de comer a sus hijas. Este año sube solo, su vecino y amigo Atilano, está ocupado terminando de arreglar sus propias tierras. Lo ve agachado con la azada en las manos, lo saluda de lejos y sigue su camino.  Comienza a dar fuego por la parte central y así va controlando la expansión del fuego. El campo está seco, este año la sequía se ha alargado más de la cuenta. Argimiro nota como una ligera brisa desvía el fuego hacia la tierra colindante donde Saturnino tiene unas viñas que le han hecho famoso entre algunas bodegas de la comarca. Con unas ramas secas va apagando el progreso del fuego, sin percatarse de la fuerza que va cogiendo a medid

Barriada Baja

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 Querida amiga: ¡Hace tanto que no nos vemos! Hoy me acordé mucho de ti. He ido con mis hijos a la Barriada Baja. ¿Te acuerdas? Nuestra vida allí fue dura, pero a la vez intensa.  Hice que mis hijos me acercasen, donde hace no pocos años, estaba el bar que regentaba Atilano. Allí queda algo de lo que fue aquello. Aún se distinguía aquella puerta de la parte de atrás del local. Hoy en día le faltan las escaleras, pero sigue con aquella pintura entre verde y marrón que tanto nos disgustaba. Por un momento cerré los ojos, y me parecía escuchar a Atilano gritando aquello “Chicas, esta noche hay que darlo todo … Todo menos un beso en los morros, eso ni se os ocurra. Algo hay que guardar para el amor.” Ya lo creo que lo guardamos. Yo no di un beso en la boca hasta que conocí a mi Alcidio. Y aún y todo le costó conseguirlo.  ¿Te acuerdas cuando salíamos a aquella puerta a respirar aire puro, pero fumando un cigarrillo? Muertas de frío, vestidas con aquella falda que nos llegaba por encima de

Foto de familia

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 Otra vez que no me libro de la dichosa foto anual. Ya sé, solo es una foto de familia. Tal vez algún día eche de menos este momento, pero es que me siento tan ridícula. Nos vamos colocando en fila. _No, así no. Oigo gritar a mi hermana.  Mirando alrededor, no sé dónde meterme. Al menos, podría hablar más bajo, todo el mundo que pasa se queda mirando. ¡Menuda estampa! Los más altos detrás, bueno tú mejor agachado _ escucho las indicaciones de la primogénita. Por favor, que esto acabe pronto, el encuadre, el dichoso encuadre ¿Qué hay que encuadrar? Se está formando un pequeño grupo de espectadores. No me extraña. Aunque, por otra parte, cualquiera diría que no han visto nunca a una familia tomarse una foto todos juntos.   ¡Ay Dios! No me lo puedo creer, acabo de distinguir a Honorino, entre el selecto público. Me muero, de esta no salgo. Con lo colorada que me pongo con solo sentir su mirada.  _ Bueno quitar esas caras largas, que luego os quejáis de cómo salís. Oigo decir a Idilia, mi