Foto de familia
Otra vez que no me libro de la dichosa foto anual. Ya sé, solo es una foto de familia. Tal vez algún día eche de menos este momento, pero es que me siento tan ridícula. Nos vamos colocando en fila.
_No, así no. Oigo gritar a mi hermana.
Mirando alrededor, no sé dónde meterme. Al menos, podría hablar más bajo, todo el mundo que pasa se queda mirando. ¡Menuda estampa!
Los más altos detrás, bueno tú mejor agachado _ escucho las indicaciones de la primogénita.
Por favor, que esto acabe pronto, el encuadre, el dichoso encuadre ¿Qué hay que encuadrar?
Se está formando un pequeño grupo de espectadores. No me extraña. Aunque, por otra parte, cualquiera diría que no han visto nunca a una familia tomarse una foto todos juntos.
¡Ay Dios! No me lo puedo creer, acabo de distinguir a Honorino, entre el selecto público. Me muero, de esta no salgo. Con lo colorada que me pongo con solo sentir su mirada.
_ Bueno quitar esas caras largas, que luego os quejáis de cómo salís. Oigo decir a Idilia, mi hermana.
Me va a ser imposible sonreír sin cara de tonta, yo lo intento.
¡Eh! ¿Cómo? Honorino, se ha percatado de mi presencia en tan curioso cuadro.
Sonríe y le veo echar su pie hacia adelante esquivando al señor que tiene delante. Se está acercando a Idilia. Ahora sí, ¡Tierra trágame!
_¿Te parece, si os saco yo la foto? Le sugiere a mi asombrada hermana. Así, tú también saldrás.
Mi hermana más feliz que una perdiz se pone a mi lado, por supuesto, dejando el hueco pertinente, para que se vean los nombres de nuestros padres grabados en la lápida que todos los años visitamos.
Honorino después de hacer la foto, por suerte con más ligereza que la fotógrafa de la familia, se acerca a mí y tendiéndome la cámara, me sonríe.
_ Qué recuerdo más bonito._ Me susurra.
Yo suspiro con hartazgo. Tomo la cámara en mis manos percatándome de que he rozado las suyas sin querer. Levantando los ojos me fijo que los suyos están clavados en mí. Eso hace que me estremezca aún más.
_ Esta foto seguro que tiene una historia. Me encantaría que me la contases. ¿Te parece delante de un chocolate calentito? Estaré esta tarde en la cafetería del Chato a las seis. _ Y guiñándome un ojo, se dio la vuelta y salió del cementerio.
Esa tarde me desahogué a gusto. La foto anual en el cementerio viene de hace años. Cuando mis padres aún vivían y mi madre se empeñó en sacar una foto una semana antes de morir su marido. A partir de ahí se instauró que todos los años habría foto familiar, si ellos no estaban estaría su recuerdo. Su nombre grabado en la lápida.
_ Algún día habrá más nombres que personas vivas ¿Lo has pensado? _ me interpeló Honorino
_ Ya, por eso, es tan triste. Las ausencias duelen. _ contesté bajando los ojos a mi taza de chocolate ya vacía.
_ La muerte es parte de la vida, y si no entendemos eso, quizá no seamos lo felices que merecemos. Hoy estamos en la foto y tal vez mañana estemos con un nombre, pero los que se quedan necesitan tenernos de alguna manera. Quizá, tu hermana necesite esa presencia cada año.
Desde ese día mi actitud hacia la foto anual ha cambiado, también mi vida. Los chocolates dieron paso a las cenas, y más tarde a las comidas en familia y por fin a compartir mucho más.
Bonita y espectacular metáfora de la VIDA gracias por recordármelo Ángela Aunque remueva el corazón
ResponderEliminarQue historia tan emotiva!!!!
ResponderEliminarHistorias de vida
Hermoso... Como siempre 🌸
ResponderEliminarLinda historia talvez la repliqué en mi familia
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