Mi valiosa esposa

 Que ganas tengo de llegar a casa. Estoy agotado. Subo la escalera pensando en mi recién estrenada esposa, las ganas que tengo de tenerla de nuevo entre mis brazos. Cada día me sorprende con algo, ya veremos que me tiene preparado hoy. Al abrir la puerta se me posa un frío estremecedor en mi espalda. No oigo la voz cantarina de Edita. Antes de llegar a la habitación que compartimos, me detengo en seco, al ver a mi mujer sentada en el suelo del aseo. Está acurrucada, llorando, apoyada en la lavadora que ocupa casi todo el espacio del baño. Acercándome con el corazón encogido, le pregunto qué es lo que le pasa. Levanta su cara despacio y me percato de que su llanto es genuino. Las manchas del rímel corrido por toda la cara y sus ojos rojos me dicen que lleva mucho tiempo llorando sin consuelo. Me siento a su lado en el suelo y la abrazo. 

_ Cuéntame, ¿qué sucede? Le susurro al oído.

_ En el garaje… no se cerraba la puerta.  Me intenta explicar entre hipidos. _ Y unos chicos entraron …

_ ¿Te han hecho algo? ¿Cómo eran? Uf qué bruto soy. No te preocupes, vamos a poder con esto. 

_ Yo, al ver que entraban, me quité el collar de perlas que me regaló tu madre, el de las perlas buenas. Me sigue contando, mirándome algo más tranquila. 

_ ¿Te lo han robado? No te preocupes, lo importante es que tú estés bien.

_ No, no me lo han robado. Lo guardé en el bolsillo del pantalón para que no lo vieran. Y… 

_ ¿Y qué? Por Dios cuéntame qué te han hecho. Le grito desesperado.

_ Pues que el pantalón lo tenía manchado y … Lo metí en la lavadora. 

_ ¿Y los chicos del garaje? 

_ ¿Qué chicos? Me pregunta mirándome extrañada.¡ Ah! dice llevándose la mano a la frente. No sé qué harían allí. Yo vine y puse la lavadora, pero no me acordé de sacar y collar… Y claro, cuando se acabó el programa, ahí vi mi collar a través del ojo de buey del aparato. Y ya sabes qué pasa con las perlas si no las tratas con cuidado….

_ ¿Las perlas? Pero ¿los chicos de garaje te hicieron algo?

_ ¡Que no, hombre! Mira, no sé si se salvarán. Y me muestra en su mano un montón de perlas engarzadas formando el “famoso” collar. 

Sin dar crédito a lo que me cuenta y aun asimilando el susto del cuerpo, tomo de su mano el collar y con más enfado del que me gustaría lo arrojo al inodoro. Mi mujer, ipso facto, se incorpora y mete la mano en el váter mirando sin poder creer lo que he hecho. 

_ Tú eres la perla más valiosa, esas se pueden sustituir con dinero. Todo lo que te hagan a ti no hay dinero que lo arregle. Le espeto mirándole fijamente y con rabia en la voz. 

Ahora sí, llora con más fuerza y desconsuelo si cabe, esta vez abrazándome. 



Comentarios

  1. Q lindo mensaje Gracias x alegrarme el lunes

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  2. Que bonitoooo sin palabras precioso relato👋👋👋👋👋👋💞💞💞💞💞

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  3. Me ha encantado , es súper lindo te hace sonreír y el corazón mas fuerte latir.😺😺😺😺😺😺😺😺

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