El secuestro
Vivo en una casa grande, con jardín y piscina. Lo que más me gusta es jugar y correr por el gran jardín. Mi familia es maravillosa, me quiere y está muy pendiente de mí y de mis necesidades. Yo sé que no todos tienen esta suerte. Hoy tumbado en el jardín he estado recordando. Recuerdo que siendo muy pequeño vivía en otra casa, era fría, pero el calor de mi mamá y mis hermanos lo suplía con creces. Un día encerraron a mi mamá en un cuarto y entraron unos señores al lugar donde habíamos quedado mis hermanos y yo. Escuchábamos a mamá gritar y llorar, pero nadie le hacía caso. Esas personas nos tocaban y nos alzaban en brazos, algunos dulcemente y otros con brusquedad. Hubo una señora con cara muy dulce que al tomarme en sus brazos me acercó a su pecho susurrándome palabras que sonaban bonito. Olía rico y su voz me tranquilizó un poco. Mi mamá ya no chillaba, la oía llorar bajito, pero nada más. Aquella señora ya no me soltó, me alejó de mis hermanos y me metió en una bolsa blandita. La