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Mostrando entradas de mayo, 2022

La niña de las trenzas

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 Aún lo recuerdo como si hubiese pasado ayer mismo. La vi en el patio de la escuela, iba con una falda plisada que le llegaba por debajo de sus bonitas rodillas. Saltaba a la comba cantando una cancioncilla que hablaba de unas niñas bonitas. Sus calcetines blancos de perlé le llegaban justo unos centímetros por debajo de la falda, se le había bajado uno y le daba un aire de niña mala. Al acercarme me quedé embobado mirando, y al verme pararon de dar a la comba. La cuerda calló, como sin ganas, a sus pies. Me miró fijamente y me preguntó si quería algo. Yo a esas alturas ya me había puesto como un tomate. Negué con la cabeza, pero seguí mirando como hipnotizado.  Me acerqué con la decisión de un chiquillo obnubilado; clavé la rodilla en el cemento y mis manos temblorosas tomaron el borde del calcetín y con un leve tirón lo coloqué a la misma altura que su gemelo. Al ponerme de pie observé su cara de desconcierto. En ese momento un murmullo y unas risas a mi espalda me recordaron el absu

Los sonidos de la naturaleza

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 Al meter la mano en el bolso buscando mi teléfono, mi mano tropieza con una forma cuadrada y metálica que me retrotrae a un momento agobiante que viví no hace demasiado tiempo.  Era martes, ese día no trabajaba, salí de casa con la ropa de monte puesta y mi mochila con lo necesario para pasar el día. Elegí un bonito paraje no muy alejado. Al apearme del coche noté ese silencio agradable que solo el bosque puede dar. El sonido del viento a través de los árboles, los pájaros y algún animalito que no reconocí. Adentrándome por el sendero marcado, muy cercano a un pequeño río cuyo sonido se unió al coro antes mencionado. Eran casi las doce y a esa hora me gusta escuchar el informativo, para ello me puse los auriculares y con mi teléfono móvil sintonicé la emisora. Seguí caminando ahora escuchando una voz que soltaba sólo negras palabras.  Cuando finalizó el noticiero retiré de mis oídos el infernal dispositivo que me llenó de malas noticias.  La niebla, como si quisiera acompañar las noti

Miranda de Ebro

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 En el mes de agosto quedan pocas patatas, y las que nos quedan están casi todas “subidas” y arrugadas. Aún y todo en el campo de concentración de aquí al lado, nos compran todas, incluso las podridas. Ellos las seleccionan y las que están sanas las llevan a un almacén y las demás las meten en otro.  Hace unos días viví lo que nunca creí posible ver. Llevamos el carro lleno de sacos de patatas, nos ayudaron a descargarlas unos hombres famélicos. Me fije que algunos se metían en los bolsillos algunas de pequeño tamaño, incluso vi como uno se metía en la boca una, medio podrida; y al percatarse de que le había visto, me guiñó el ojo.  Terminada la tarea, recogimos los sacos vacíos que había por allí y las mantas que usamos para tapar la mercancía, dejándolo todo dentro de la carreta. Cuando teníamos todo recogido me di cuenta de que aún había un saco bajo el carro; me costó sacarlo ya que se había enganchado en la rueda. Al dejarlo junto a los demás me percaté de un leve movimiento entre

El padre

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 Mi padre es un hombre de los de antes. De eso que dicen algo, y lo consideran palabra de Dios. De los proclama una opinión y piensa que es una orden de obligado cumplimiento. Esos que piensan que las mujeres son para estar en la cocina y en la cama, las que les tienen que tener la casa para su disfrute, la comida en la casa y el placer en la cama. Los hijos, por supuesto son cosas de la mujer. Él dará un grito cuando haga falta y se hará lo que él diga, y siempre con la misma frase en la boca, “cuando seas padre, comerás huevos”.  En casa nadie se atreve llevarle la contraria, ni a levantar la voz. Su presencia por sí sola impone.  A mí siempre me ha apuntado al fútbol, porque los chicos juegan como hombres. Mis hermanas en cambio, a  ballet, es lo más parecido a deporte que se les ha permitido hacer. A mí no me importa me gusta, y mucho, el fútbol. Mis hermanas, especialmente una de ellas, Hontanare, no están tan conformes. A ella le gusta el rugbi, nada más y nada menos.  Mi padre h

¿Cómo se lo digo?

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 Tengo que hablar con mi hijo. Esta vez es algo muy serio y no sé cómo se lo tomará. Es muy duro decir a un niño de apenas once años que su mejor amigo ha muerto. Desde que me he enterado no consigo mantener la compostura. Estaba cocinando y oía en sonido de la entrada de mensajes de wasaps. Entraban mensajes muy seguidos, hubo un momento en el que parece que habían parado, pero enseguida volvieron de nuevo. Estaba un poco mosqueada, tanto mensaje y tan seguido… Cuando leí el primero, no entendía nada, caras llorosas, y mensajes de pésame. Tuve que mirar dos veces para asegurarme de que era el grupo de wasap del colegio. Efectivamente, lo era. Intenté encontrar el primer mensaje entre tanto jaleo y ahí estaba.  "Adrián ha tenido un accidente grave" Y unas líneas más abajo. "Adrián ha fallecido".  No puedo reprimir la congoja y salgo del salón con el teléfono en la mano. No es posible que esto esté pasando. Ese niño es el mejor amigo de mi hijo. Es, bueno, era un niñ