El Caballero
El caballero cuya armadura abollada por mil batallas ve a lo lejos su morada, hace un alto en el camino para encontrarse con su fiel amigo el fraile de hábito impoluto y cabeza tonsurada; cuyo corazón late por el guerrero que le visita tan de mañana. Un buen plato y un vaso de vino, le ofrece con amabilidad y movimientos inseguros. _ ¿Dónde vas tan temprano Julián? Le pregunta con esa confianza que hace tiempo ya les une. _ Hoy parto para el sur, no sé cuándo volveré. Si es que vuelvo.-le responde cabizbajo el guerrero, sabiendo que probablemente sea la última vez que vea al fraile en esta vida. _ Si te trasladas al sur, quizá pueda pedir un nuevo destino. En el sur hay muchos monasterios que tienen falta de buenos cocineros y frailes que se encarguen de los enfermos. Le mira suplicante con su mirada. Pero el guerrero le mira fijamente a los ojos donde se refleja el mismo sentimiento que el fraile tiene prohibido, y le susurra. Mi padre me manda al sur, pero no a combatir