El tiempo
Ese amigo fugaz que nunca viene y siempre se va. Así definía mi abuelo al tiempo. No hace mucho, no le entendía, en cambio, ahora…
¡Qué barbaridad! Cuando somos pequeños el tiempo es lento y hasta un enemigo a vencer. ¡Cómo cambia todo al hacernos adultos!
Ese amigo fugaz del que hablaba mi abuelo, nos pone gafas invisibles. La vida se ve de otra manera, cuanto más corre el tiempo, más pausado se ve todo. Te paras a pensar y descubres que tienes más tiempo detrás que delante, ese es el momento en el que maduras y comienzas a vivir de verdad. Es como cuando quedan pocos bombones en la caja y son los últimos los que más saboreas.
Aunque esto cambia cuando un día descubres que alguna vez la caja de bombones se queda por la mitad, no da tiempo a terminarla. Ahí comienzas a disfrutar de cada bombón mirando de reojo la caja. Queden los que queden, están todos buenísimos, aunque tengan diferentes sabores.
Cierta la reflexión del tiempo con la caja de bombones Hoy se me ha quedado corto el relato
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