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Mostrando entradas de marzo, 2024

Unos años después

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Han pasado unos años y los recuerdos se diluyen. Volviendo la vista hacia no tanto tiempo atrás, aún no lo puedo creer. No sé sí es una película que vi hace unos años o realmente lo viví.   A mi memoria llega la incertidumbre de si aquel anuncio del presidente del Gobierno era real o parte de un montaje.   Tras el aterrizaje a la cruel realidad vinieron momentos duros, muy duros. Vino el primer aplauso de las diez de la noche. Sí, al principio era a las 22:00 h. La congoja incontrolable qué me entró… Luego todo fue diferente. No por ello menos emotivo. El aplauso pasó a ser una quedada, una cita diaria para hablar con el vecino de la ventana de al lado, de paso comprobar que no faltaba ninguno.   Los afortunados que podían salir de casa era para ir a trabajar y jugársela. Tanto si eras cajera del súper, o repartidor de paquetería o personal sanitario.   De eso han pasado cuatro años. ¿Y ahora qué? La sensación es que ahora nada, todo sigue igual. En este momento somos los mismos que ha

En el caserio

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 La noche es fría en el caserío, aunque ya no siento esa penetrante puñalada que solo se calmaba con su cuerpo desnudo a mi lado. Han pasado tantas cosas que ignoras, aun no teniendo la culpa me siento sucia.  El día que te fuiste mi vida comenzó a arder en el infierno. El tándem que tu padre y tu hermano forman fue demoledor.  Regresaste, sí, pero tan ignorante de todo lo sucedido, tan inocente y tan escaso tiempo que no sé cómo explicarte mi cambio. No, no estoy enfadada por tu ausencia obligada por un gobierno empeñado en formar jóvenes para la guerra. Mi carácter agrio se debe al trato que me regalaron esos con los que reías en la mesa.  El padre que yo tomé como propio me sacó de su casa, si quería seguir aquí podía compartir cama con Pecas, la bonita y buena perrita que cuidaba el hogar. Si eso le parecía un sitio incómodo me propuso ir a dormir al establo, Bastante más caliente al compartirlo con un par de vacas y varias ovejas. No me lo podía creer, sin embargo, fue claro, en l

El tiempo

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  Ese amigo fugaz que nunca viene y siempre se va. Así definía mi abuelo al tiempo. No hace mucho, no le entendía, en cambio, ahora…  ¡Qué barbaridad! Cuando somos pequeños el tiempo es lento y hasta un enemigo a vencer. ¡Cómo cambia todo al hacernos adultos!  Ese amigo fugaz del que hablaba mi abuelo, nos pone gafas invisibles. La vida se ve de otra manera, cuanto más corre el tiempo, más pausado se ve todo. Te paras a pensar y descubres que tienes más tiempo detrás que delante, ese es el momento en el que maduras y comienzas a vivir de verdad. Es como cuando quedan pocos bombones en la caja y son los últimos los que más saboreas.  Aunque esto cambia cuando un día descubres que alguna vez la caja de bombones se queda por la mitad, no da tiempo a terminarla. Ahí comienzas a disfrutar de cada bombón mirando de reojo la caja. Queden los que queden, están todos buenísimos, aunque tengan diferentes sabores. 

Fuegos artificiales

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 En mi paseo matutino, me suelo parar a descansar en un banco que hay pegado al patio de un colegio. Está tan cerca que el parloteo de los pequeños llega con claridad a mis oídos. Es muy interesante, y en ocasiones divertido, escuchar las conversaciones de los escolares. Hablan de sus cosas, de profesores o de otros niños, otras veces comentan alguna película o programa de televisión y alguna vez comentan sus cosillas como el martes pasado.  Al poco de sentarme oigo las vocecillas de dos críos. —¿Por qué no te gustan los aviones? —Le dice al que se había agachado tapándose los oídos al paso de un avión. —Son malos.  Muchas veces hacen fuegos artificiales. —Responde el segundo. —Pero los fuegos artificiales son chulísimos. ¿A ti no te gustan? —No, no, son horribles. Los fuegos artificiales de los aviones en mi país hacían mucho ruido y temblaba el suelo. Mi mamá y mis hermanos nos agachábamos y nos escondíamos debajo de la mesa o de la cama hasta que acababan. —Explica el crío con un ac