Amor diferente
Entre secretos y mentiras vivimos un amor prohibido. Su cobardía nos ha llevado a esto. Pero, ¿qué otra opción tenemos? Él no se atreve a enfrentarse a su familia, ni a sus superiores. Yo, en cambio, me he enfrentado al mundo. No le culpo. Yo he aceptado la situación. El amor no pide permiso.
En este pueblo todos creen que somos hermanos. El cura necesitaba que alguien le asistiese. La ropa, la comida, en definitiva la casa; no son cosa de hombres. Mucho menos de sacerdotes ocupados como es Fredesvinto. Moviendo hilos y tirando de conocidos consiguió que el obispado contratase a su hermana para la que atenderle. Solo que su hermana no existe, él nunca tuvo hermanas, todos fueron varones en la familia.
No sé cómo consiguió que me contratasen, el caso es que aquí estoy. Estoy enamorada y viviendo un sueño dentro de una mentira.
Ya ha pasado casi un año. En mi vientre crece el fruto de la pasión. Llevo varias semanas poniéndome ropa holgada. No me dejo ver mucho para que nadie lo note. Una carta recibida de mis padres fue la excusa perfecta. Esa carta me la entregó el cartero delante de la cotilla del pueblo. ¡Qué suerte!
En aquella carta mi madre me decía que mi padre estaba enfermo. La mejor de las excusas para ausentarme unos meses.
Meses en los que cuidé de mi padre, mientras mi madre se avergonzaba de mi estado de buena esperanza.
Casi coincide la muerte de mi padre con el nacimiento de mi hijo. Mi madre me dejó claro que no quería saber nada ni de mí, ni de mi hijo. El niño nació grande y se criaba bien. Con apenas dos meses, cualquiera pensaba que tenía cuatro o cinco. Eso me vino muy bien.
Volví con Fredesvinto. Ante la comunidad mi hijo tenía cinco meses y era el hijo de mi prima, la cual falleció al poco tiempo de mi llegada al pueblo. El pobre niño no tenía a nadie que se encargase de él y decidí adoptarlo. Estaba todo bien hilado, en consecuencia a las cotillas no les cuadraban las cuentas. Un par de años de esa felicidad familiar que el destino se empeñaba en quitarme.
Una carta en el buzón truncó la dicha que nos embargaba.
Al reverendo Fredesvinto Ramos:
Mediante la presente le comunicamos su cambio de parroquia.
A partir del mes de abril del presente año sus servicios de párroco los ejercerá en Uganda.Le rogamos se presente lo antes posible en el obispado para concretar detalles.
A partir de ahí todo ha sido un caos. La despedida del padre de mi hijo, fue desgarrador, como si supiese que ya no lo volvería a ver. Mi vuelta al pueblo, el desprecio de mi madre y de todas aquellas personas a las que ella ha puesto en mi contra. La desesperación unida al dolor por la separación del amor de mi vida me llevan a fantasear con la idea de quitarme la vida, pero mi hijo no se merece crecer con una retrógrada como mi madre.
El alcalde del pueblo es quien me salvaría de la locura. Ha querido hablar conmigo a solas; él no es de los partidarios de mi madre.
—Tengo un hermano que busca una mujer para ayudarle en casa con sus hijos, ya que ha enviudado hace poco. He hablado con él y me comunica que puedes llevar a tu hijo, aunque hay una condición que tal vez no te agrade. —Me anuncia mirándome a la cara.
Al ver mi expresión de espanto se apresura a aclararme.
—No, no es lo que piensas. La condición es que él y su familia se van a América y tú les tendrías que acompañar.
No me lo podía creer, tenía la oportunidad de salir de la casa de mi madre poniendo un mar de por medio.
Han pasado muchos años, nunca volví a saber de Fredesvinto, si bien, a mi hijo le hablé de él. Siempre ha sabido su origen, y ahora son mis nietos quienes preguntan por aquella historia de amor.
El amor no sabe de problemas ni de historias El AMOR RS AMOR bonito y emotivo relato
ResponderEliminarHermosa historia
ResponderEliminarBonita historia, muy bien llevada
ResponderEliminarEnhorabuena, es una historia muy bonita
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