Energía de juventud
Salgo como cada día a caminar. Ya no me apremia el tiempo. Veo el alboroto infantil alrededor de un patio escolar. Es envidiable la energía que derrochan los niños, parece que se les escapa por los poros. En mi paseo veo a una anciana con caminar pausado empujando un carro, con lo que supongo será la compra semanal. El semáforo está en rojo para los peatones, así y todo, la atrevida mujer cruza la carretera; cuando está llegando al otro lado veo como un coche se acerca a una velocidad algo más alta de lo aconsejable. Mi corazón da un vuelco y la adrenalina me pone en marcha. Intento llegar a la señora antes de que se produzca lo que en mi mente es ya una tragedia. Escucho un fuerte frenazo y alguien me sujeta con fuerza por el brazo. La anciana ha conseguido cruzar sin ningún percance, pero los improperios que escucho van dirigidos a mí. No entiendo qué les pasa, solo intentaba ayudar. ¿Qué se pensaban, que intentaba suicidarme? O ¿Quizá que no sería capaz de correr a tiempo? Estos en