Ladrón de ser

 Colocando la habitación de mi madre reparo en un cuaderno que hasta ahora no había visto. No sé cómo lo hace, pero esta mujer revuelve la habitación como si estuviera haciendo un registro los del CSI. Abro como por descuido el cuaderno y me quedo leyendo unas palabras que vienen a recordarme que mi madre no siempre ha sido el terremoto que es ahora.

 

La cosa empezó de manera muy sutil. Eran como pequeños hurtos, nada importante. Un día me olvidaba de comprar el pan, otro día no conseguía recordar la ciudad donde habíamos estado de vacaciones.

Me decía que eran despistes, quizá el estrés me estuviera pasando factura. Si le comentaba a mi marido el tema, me miraba asombrado por mi preocupación y sin darle ninguna importancia me decía que él también se olvidaba de cosas, eso le pasa a todo el mundo. Me esforzaba por restarle importancia, pero los “robos” en mi memoria comenzaban a ser atracos en toda regla.

Un día salí a pasear y llegó un momento en el que no sabía dónde estaba o más bien no sabía volver a mi casa. Me senté en un banco, intentando respirar con tranquilidad, si me relajaba quizá mi memoria me devolviera el “GPS” perdido. El pánico se apoderó de mí cuando pasada media hora, allí seguía sentada. Me entró tan congoja que hubo quien se detuvo para preguntarme si necesitaba algo. ¡Claro que necesitaba! Necesitaba no perder eso que me hace ser yo. Aunque a la amable chica le dije que era incapaz de volver a mi domicilio.

Ella se sentó a mi lado y hablándome con suavidad, me preguntó si tenía teléfono móvil. En ese instante mi llanto se intensificó al darme cuenta de que ni siquiera había pensado en el dichoso aparato. Solo tenía que llamar y mi marido me recogería. Saqué mi móvil del bolso y ella me explicó que podía mandar la ubicación a la persona que quisiera y así sabría el sitio exacto donde estaba. ¡Qué amable joven! Incluso esperó a que Ovidio me recogiese con el coche. Aquel día marcó un punto de inflexión. En mi cabeza estaba pasando algo y era algo serio.

Después vino el peregrinar de médico en médico, de numerosas pruebas y de unos cuantos test; los cuales me hacían sentir como una mala colegiala. Tras todo esto llegó el gran golpe. Aunque esperado, no por eso menos doloroso. Alguien estaba entrando en mi cabeza y robando descaradamente la parte que nos hace personas. Sin ese tesoro, somos seres que crean trabajo y preocupaciones a las personas que nos aman. Sí, algunos dirán que nunca se deja de ser persona. Que la dignidad se mantiene hasta el final de los días. Y bla-bla-bla. ¡Que sabrán! A ellos no se les olvida como se llaman sus hijos, ni donde está su habitación. No se frustran cuando no saben hacer las lentejas que han hecho toda la vida. Tampoco despiertan de noche y al ver a una persona desconocida en su cama comienzan a gritar de pánico, porque no reconocen a su marido.

Este ladrón de la memoria es capaz de jugar conmigo de tal manera de que no sé qué he comido hoy, pero recuerdo la comida que mi madre me hizo para la fiesta de mi octavo cumpleaños.

Sí, tengo Alzheimer, o uno de sus secuaces sucedáneos. El caso es que me estoy perdiendo en la infinita nada. Tengo miedo, mucho miedo, a que un día llegue ese ladrón y me elimine por completo.

 

Mis lágrimas surcan mis mejillas, cuando la autora del escrito me mira con sus ojos vacíos, se agacha y me da un beso mientras susurra “No llores mamá, o te volverás muy fea”. Después se va acunando entre sus brazos el mismo muñeco con el que yo jugaba cuando apenas medía un metro.




Comentarios

  1. Que fuerte pero real el rastro que dejá está maldita enfermedad Muy bien escrito esté relato y emotivo Gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si maldita enfermedad y aún falta tanto por investigar... Gracias por tu comentario.

      Eliminar
  2. Qué cruel enfermedad, primero para el que la padece y tiene que asimilarlo, pero luego esa persona ya está en su limbo y los que quedan son los que añoran .

    ResponderEliminar
  3. Estamos pasando por un caso similar en mi familia y tu relato es tal cual como si lo hubiera visto pero con el personaje de mi tío. Siga escribiendo que alimenta el alma, felicidades

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Y muchísimo ánimo con la situación. Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Desilusión

Año nuevo

La aventura