El regalo de mamá
No albergaba mayor ilusión que poder hacer un regalo especial a su madre. La niña, no tenía manera de comprar un regalo que realmente su madre apreciase. Para la madre cualquier cosa era una pérdida de dinero, las joyas no alimentan, los perfumes no calientan y las flores están mejor en el campo. A ella nunca le faltaba de nada, el día de su cumpleaños tenía todas las cosas que una niña de su edad podría desear.
Una tarde en la que estaba jugando con su muñeca preferida, su progenitora la llamó y le pidió que fuese a pedir algo de sal a la vecina de abajo. Se lamentaba de que siempre se le acababa la sal cuando todo estaba cerrado. No sabía cómo lo hacía, pero se olvidaba de comprar el aderezo. Tras ir a casa de la señora Justina y llevarse un vaso con sal y un par de caramelos, la cría comenzó a pensar de nuevo en el regalo para su madre.
Ese sábado venían los abuelos a comer y siempre le daban la paga. Esta vez no metería nada en la hucha. Con ese dinero iría a la tienda y por fin le compraría un regalo perfecto para su madre.
El lunes le pidió a un amiguito el favor de que le invitase a merendar a su casa, así podría ir a comprar sin que nadie viese el presente para su mamá.
Ya está, al fin lo ha conseguido, aún no sabe cómo lo va a envolver. Seguramente encontrará un papel adecuado entre los muchos que guarda tras abrir algún regalo. Esa manía de guardar el papel de regalo, a pesar de estar usado, ahora le va a solucionar el problema. Elige uno rosa con peces de colores. Al día siguiente es el cumpleaños y, este año ella podrá sorprenderla con su regalo.
El día del cumpleaños se levantó la primera. Tomó el paquete en sus brazos, a pesar de que era algo pesado, se dirigió al cuarto donde dormían sus progenitores. Llamó y con cuidado entreabrió la puerta. Su madre estaba sentada en la cama, y la invitó a subir con ella al lecho. Le encantaba meterse en la cama de sus padres, se sentía reconfortada y protegida. Con algo de esfuerzo debido al peso del paquete se sentó a su lado para darle un beso, tirarle de las orejas con suavidad y entregarle con gran ilusión el presente.
La madre al coger el paquete, notó el peso y en principio se preocupó. ¿Qué había metido la chiquilla allí? ¿Acaso un montón de piedras? No obstante al ver la cara de su hija dejó la preocupación y se centró en la ilusión que albergaba la chiquilla.
Abrió el paquete con emoción y al ver su contenido en principio no supo que decir, la sorpresa la invadió y costó que su mente entendiera que era aquello. Al ver de reojo a su pequeña con la cara desilusionada, transformó su semblante y como si le hubiese tocado la lotería. La cara de felicidad de la cría no tenía precio.
—Te gusta mamá. Le dijo toda emocionada.
—Humm, sí… — y mirando fijamente a su hija le pregunta. ¿Qué vamos a hacer con tres kilos de sal?
—Mamá así no se te acabará tan pronto. No tendrás que pedir sal a la vecina. ¿A qué es buen regalo?
La mujer abrazó a la niña y dándole un beso en la nariz asintió.
—Es un detalle magnífico y muy útil. Eres una chica muy inteligente.
Que grandes son las madres
ResponderEliminarQue felicidad cuando encuentras un regalo perfecto Gracias Ángela por este emotivo y dulce relato ( a pesar de la 🧂 sal)
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