El robo
El sonido de las olas que juegan con la arena la tiene hipnotizada. Es el sonido más relajante que hay. Algo interrumpe esa relajación, es una música estridente, levanta la cabeza para identificar el origen, pero no ve a nadie. El molesto tono sigue cada vez más alto, lo que hace que despierte, dándose cuenta de que es su teléfono móvil. Como puede manotea encima de la mesilla hasta que atrapa el aparato. Con dificultad distingue el nombre del llamante en la pantalla. Descuelga.
_¡Es horrible! No hay nada, se han llevado todo._ Es lo primero que oye la somnolienta Claudia. Lo que hace que se espabile de golpe.
Esa voz tan querida como, en estos momentos, asustada.
_ Nohaynadanisiquieralosmuebleshandejado.
_ Abuela tranquilízate y habla más despacio que no te estoy entendiendo nada _. Le dice incorporándose en la cama.
_ Hija, lo que oyes que no han dejado ni los muebles.
_ Abuela ¿Tú estás bien?, cuéntame qué ha pasado mientras voy hacia tu casa.
_ Esta mañana he bajado a por el pan, me he encontrado con Emilia. Hemos estado charlando. El caso es que, como mi vecina de arriba está de obras y los ruidos de aporrear me vuelven loca, me he quedado tomando un café. ¡Maldita la hora en la que se me ha ocurrido! Cuando he llegado a casa la puerta estaba abierta. _ Aquí la mujer hace una pausa y se oye los sollozos desde el otro lado del auricular.
Claudia, ya está vestida y saliendo por la puerta de su casa, se para como si el dolor de su abuela le afectase a la fuerza de sus piernas.
_ Abuela, siéntate y espérame que voy en camino. En cuanto llegue llamamos a la policía. ¿No habrá nadie dentro de la casa? _ Hace esta pregunta con el corazón encogido.
_ Hija, aquí no hay nadie. No sé cómo les ha podido dar tiempo a llevarse todo. Hasta la ropa se han llevado.
A Claudia le resulta raro que unos ladrones hayan vaciado de esa manera la casa de su abuela. Sigue hablando con ella durante el trayecto. Son unos pocos minutos. Ellas viven muy cerca. Claudia se decidió al final por ese piso precisamente por la cercanía con la casa de su abuela. Sube las escaleras de dos en dos, cuando llega al segundo piso ve la puerta cerrada, saca las llaves, al parecer su abuela se ha cerrado con llave. Gira la llave dos vueltas y empuja la puerta. Su imagen reflejada en el espejo de la entrada le recibe como siempre. Grita llamando a su abuela, y se para en seco cuando se percata de que en la casa no falta nada.
El móvil le vibra en la mano, al entrar en el portal había colgado. La abuela le está llamando de nuevo. Descuelga desesperada.
_ Claudia, ¿por qué tardas tanto? Y no me cuelgues que hablar contigo, me quita un poco el miedo. Se oye a la anciana al otro lado del aparato.
_ ¡Abuela! ¿Dónde estás? _ Pregunta gritando y bastante preocupada.
_ En casa, donde voy a estar. ¿No me estás escuchando? ¿O es que aun estás dormida? Ya sé que has trabajado de noche, pero cariño esto es una emergencia. _ La señora contesta llorando y con un toque de desesperación en la voz.
Claudia respira hondo e intenta tranquilizarse.
Oye ruidos en la escalera. Al asomarse ve como los vecinos acarrean un sofá, con gran esfuerzo.
_ Hola Claudia. ¿Has venido a ver a tu abuela?_ Le saluda el más joven.
_ No exactamente. ¿Qué hacéis con ese sofá?
_ ¿Te gusta? Es nuevo. Ya sabes que hemos reformado el piso, ahora toca traer los muebles de nuevo. La mayoría serán los de antes, si bien, el sofá necesitaba un cambio. _ Dice todo orgulloso. Será el primer mueble que…
Y sin que acabe la frase, Claudia se lanza escaleras arriba con el móvil en ristre, pidiendo a la anciana que abra la puerta. Aún no entiende como se ha colado en el piso de los vecinos. No es la primera vez que los despistes de su abuela le ponen el corazón en la boca. No sabe si reír o llorar.
Muy bueno y gracioso aunque real La falta de memoria Q pena Genial Ángela sigue así
ResponderEliminar