Lavar en el río
Sin que me oigan, con gran sigilo, entro en la despensa y con cuidado me llevo ese maravilloso artefacto que mi madre usa para lavar. Salgo de la casa sin que me vean y con gran dificultad acarreo todo lo necesario para hacer la colada. Hoy, por fin, lavaré la ropa de Mariquita. Desde que me la regalaron los Reyes no le he hecho ninguna limpieza. En la orilla del río, deposito en el suelo la tabla de madera que mi madre emplea siempre para hacer la colada. Es curioso, esta tabla tiene una parte con bultitos, así como si fuese una huerta pequeñita llena de surcos. Encima se enjabona la ropa para seguidamente restregarla con brío sobre la superficie ondulada.
Me centro en dejar bien limpia la ropa de mi muñeca. La extiendo en el suelo para que se seque.
Mariquita es una preciosa muñeca que los Reyes tardaron mucho tiempo en traerme. Me explicaban por carta que para cuidar a Mariquita hay que tener por lo menos siete años, ya que es muy delicada y requiere grandes cuidados.
Me he fijado en ella, así desnuda, como está. Creo que es hora de recibir un baño. Yo me tengo que bañar todos los domingos y no me pasa nada, ¿Qué le puede pasar a ella por bañarse una vez? Nada, solo que quedará guapísima.
Con decisión tomo la muñeca por los brazos y la meto en el río con cuidado de que no le entre jabón en los ojos. Entre mis manos la pequeña muñeca se está reblandeciendo, pero claro, eso es normal, yo también me arrugo cuando me quedo en la bañera jugando mucho rato. Al poco tiempo pedazos de mi querida compañera son arrastrados por la corriente hasta que entre mis dedos solo queda una cabellera rubia.
Mi congoja es de tal magnitud, que hasta las vecinas se acercan para ver que sucede. Al percatarse del desaguisado, una de ellas sale corriendo a llamar a mi madre y la otra me pone de pie. Me noto totalmente mojada. A lo lejos oigo la voz de mi madre llamándome, mientras la vecina me sacude por los hombros. La vecina me zarandea cada vez con más fuerza y la voz de mi madre gritando mi nombre es más alta y cercana.
De pronto me siento mojada, pero en la cama en la que me despierto. Escucho a mi madre decir:
Manuela, te has vuelto a mear en la cama, y encima durmiendo con Mariquita que si se moja la estropearás.
Ja ja ja q susto me he llevado Se me ha encogido hasta el alma Gracias x este precioso regalo de los lunes
ResponderEliminarLa foto me gusta muchísimo y el relato muy emotivo con final inesperado gracias
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