La incertidumbre

 Que me notas rara. No, estoy bien. Sí, tienes razón, me tiene muy preocupada un asunto con una amiga. 

En serio, no sé qué hacer, tengo el corazón encogido. Hace un par de días que no pego ojo. No sé si contarte. Sí, mujer, confianza, sí tengo. Es complicado. Tengo una amiga a la que quiero mucho, la cual está implicada. Y no sé si contarle lo que me preocupa. Me puede costar su amistad. ¿El tema? Es complicado, porque implicaría a su relación de pareja, y ya sabes que cuando alguien se mete en un asunto de dos, el tercero sale escaldado. ¡Qué me va a gustar la pareja de mi amiga! No, claro que no. Sí, ya imagino que tú no soportarías que alguien se metiese en tu relación de pareja; y sé cuánto amas a Eradio. No os he visto enfadados desde que os conozco.

 Imagina que… Uf… Qué difícil es decirlo en voz alta. Sí, es cierto que cuatro ojos ven más que dos, y quizá si te lo cuento me quede más tranquila.

El caso es que el otro día me pareció ver en el interior de una cafetería al marido de mi amiga, al que también conozco y aprecio. Cuando me disponía a entrar para comprobar si era él y saludarle; el hombre se volvió con las manos ocupadas por un par de cafés. Efectivamente era el marido. Él no me vio. Se dirigió hacia una mesa donde le esperaba una mujer sonriente. Al principio no me llamó la atención, cualquiera queda con una amiga. Mi sorpresa fue cuando llegó a la mesa y según dejaba los cafés, le planta un beso en los morros. No un beso ligero, sino un beso de esos intensos, ya sabes. Me volví de inmediato y abandoné el local antes de que se percatase de mi presencia. Colorada como un tomate, como si fuese yo la que debería avergonzarse.

Sí, claro que estoy segura de que era él. Y me quedé muy mal y con un dilema enorme en mi conciencia. ¿Le debo decir a mi amiga que su marido le engaña?

No parecía algo esporádico. Ese beso no era de un amigo. ¿A ti te gustaría saberlo, si fueses tú, mi amiga agraviada? Ya claro, a ti es verdad que eso no te pasará nunca, pero en el remoto supuesto que fuese tu marido, ¿te gustaría que te lo dijese?

¿No sabes? Te voy a hacer la pregunta de otra forma. Si tú vieses a mi marido con otra ¿Qué harías?

Efectivamente es muy difícil. Abrir los ojos de una amiga te puede costar caro, pero si lo dejo pasar no estaré bien conmigo misma.

¿Tu marido? No, no es tu marido. Mujer, no sé cómo piensas eso.

 En fin, me voy. Seguiré reflexionando en qué hacer.

 

Al dejar a Arcadia, voy meditando en lo segura que está de su marido. Que incauta e inocente es la juventud. Aunque sigo sin saber qué hacer. ¿Qué pensaría Arcadia, si supiera que la amiga que tanto quiero es su madre?



Comentarios

Entradas populares de este blog

Desilusión

Año nuevo

La aventura