Otro punto de vista
Es noviembre y mis huesos lo notan. Hoy toca mostrar a estas niñas como fue la invasión de la península por aquellos moros. Según intento mantener su atención oigo unos golpes en la puerta que hacen que vuelva la cabeza hacia la procedencia delos mismos. Con el movimiento mi toca se balancea cual melena. Veo entrar a la hermana Crispina con la cara descompuesta. Esta mujer me desorienta, tan pronto está contenta como una niña con zapatos nuevos, como se la ve triste y angustiada por cualquier nadería. Se acerca a mí y muy bajito me da la noticia, y sin esperar a mi reacción sale del aula. Mis piernas comienzan a temblar hasta el punto de tambalearme, mi mano se aferra a la silla que tengo cerca y me siento. Necesito centrarme, asimilar el impacto de la noticia. Poniendo los codos encima de la mesa y tapándome la cara para recuperar las fuerzas, voy pensando lo que esto va a implicar en mi vida, en la de la congregación y en la de las criaturas que ahora cuchichean sin saber lo que se