Un mal día

 Ha sido una mañana de esas que prefieres olvidar. Hay personas que hacen su trabajo porque cobran a final de mes, pero les importa una mierda lo que hacen. Esto es lo que voy pensando mientras me desnudo para darme una buena ducha caliente. 

El de la caja, que si hay un horario para hacer trámites, que si no lo sabía, no es culpa de él, que mañana vuelva en el horario establecido. ¡Claro, como si no tuviera otra cosa que hacer! 


El agua está calentita, y así bajo la ducha sigo con mis pensamientos. 


La de la pescadería, que para ponerme unas anchoas se ha tirado más de un cuarto de hora, y encima me las ha puesto en un cucurucho de papel porque no tenía bolsas de plástico. Es muy ecológica ella … Se me han desparramado todas por la bolsa donde llevaba la fruta. 


Una jabonadura con el gel aromático para relajarme que falta me hace. 


En el centro de salud, cuando he ido a recoger el resultado de mis análisis, me he tirado sentada más de hora y media. Luego muy amablemente me han aclarado, que estaban en su rato de descanso, que también tienen derecho. ¡Claro que sí! Pero que alguien siga atendiendo, digo yo. Menos mal que en los resultados no han encontrado nada de interés. 


Al llegar a casa Rosqui se ha vuelto loco con el olor a pescado, pero he recogido las anchoas y las he metido en la nevera.

 

¡Eh! ¿Qué ha sido ese ruido? ¿Quién acaba de entrar en casa? Bah, serán imaginaciones mías.

Comprar este gel fue todo un acierto. 

Otra vez, otro ruido. No es posible, no hay nadie en casa. Cierro el grifo de la ducha y me quedo atenta escuchando, y oigo como si se acercase alguien. Parece que se arrastra algo. Me quedo muy quieta. Ya no oigo nada. Mi cabeza debe estar ya zumbada de tanto trajín y oigo cosas que no existen. Me vuelvo en la ducha para abrir de nuevo el grifo, cuando veo abrirse la puerta. A través de la cortina no distingo nada. Aunque oigo claramente ruido. Mi corazón está a mil; sin embargo, no me atrevo a asomarme. Casi espero que alguien abra la cortina y me ataque. Estoy a punto de llorar. Pongo mi mano muy despacio en el extremo de la cortina, y de nuevo ese ruido… Ya no puedo más… De un tirón brusco corro la cortina. Miro al frente y allí no hay nada. No entiendo, pero al oír de nuevo el ruido, bajo la vista al suelo y veo a Rosqui con la cabeza metida en el asa de la bolsa de la compra. Un par de naranjas, aún quedan dentro. 

Me mira con ojos lastimeros y yo sin saber si reír o llorar, me pongo el albornoz imaginándome lo sucedido. 

Mi gato y su obsesión por el pescado. Seguro que se ha subido a la encimera donde dejé la bolsa con las naranjas, metió la cabeza por el asa para intentar encontrar alguna de las anchoas perdidas. Luego no ha sido capaz de sacar la cabeza y al bajarse de la encimera han caído gato, naranjas (menos mal que no compré huevos) y bolsa al suelo. De ahí el fuerte ruido que escuché y luego se ha paseado por la casa con la bolsa al cuello, eso es lo que producía el resto de ruidos. Y por último desesperado ha empujado la puerta del baño a la espera de mi ayuda para deshacerse de su lastre. 

Tras quitarle su peso, dejo la bolsa en el suelo par acariciarle, por el susto que también él se habrá llevado y de repente se mete corriendo en la bolsa. Al sacarlo le veo con un pequeño pez en la boca y sale corriendo a esconderse, y disfrutar de su botín. 



Comentarios

  1. Ja ja muy buenooo día perfecto me has arrancado una sonrisa a por el proximooo👋👋👋😘😘😘😘

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