El amor y sus sorpresas

 Sus madres eran amigas íntimas antes de que nacieran ambos. Cuando la primera de ellas se quedó embarazada, la otra se sintió tan feliz como si le sucediese a ella misma. Cuatro meses más tarde la buena esperanza se reflejaba en las dos. 


Nacieron con escasos tres meses de diferencia. Sus madres los metían en la misma cuna, mientras ellas tomaban un café charlando de sus cosas. Iban creciendo y compartiendo juegos, rabietas, enfados y risas. Se ayudaron en sus primeros pasos, y solo entre ellos se entendían con su lengua de trapo. 

Neoteria siempre era la que tenía las ideas más locas y Adelio la seguía en sus travesuras. La decisión de sus padres de inscribirles en colegios diferentes, lejos de distanciar, les unió más. 

Neo iba a un colegio religioso, donde la disciplina y el recogimiento eran el pilar de la educación. En cambio, en el colegio de Ade se proclamaba el libre pensamiento y el respeto al otro por encima de creencias y clases. Eso hizo ver a cada uno un punto de vista muy diferente del mundo. Aunque a ellos les servía para tener muchas charlas, que a veces acababan en enfados, pero la premisa de sus madres de nunca separarse enfadados, les ayudó mucho. Siempre que se separaban se daban un beso y decían que no querían estar enfadados. Al día siguiente actuaban como si nada. 

Los años pasaron y la adolescencia arroyó en primer lugar a Neo, que a pesar de la influencia de su educación religiosa; o precisamente por ella, se mostraba sensual y alguna vez arrogante.  Aunque, jamás dejó de despedirse de Ade de la misma manera, ese beso en la mejilla y sus palabras "bálsamo". Cuando le tocó el turno a Adelio, la rebeldía se apoderó de él. Las discusiones con sus padres eran diarias, y muchas veces con Neoteria. Sin embargo, al despedirse tampoco faltaba ese "no quiero estar enfadado" y su beso inocente. 

Cuando tenían dieciocho años, cada uno había tenido sus amoríos. Se contaban sus confidencias y se consolaban en el desamor. 

Fue tras un verano que pasaron separados, cuando se percataron de algo, que siempre había estado ahí, pero nunca habían notado. Se sonrojaron al mirarse a la cara. Y algo les estalló por dentro. Ese fue el primer día que al despedirse, el beso en la mejilla, lo sintieron diferente. 

_ Así fue como comenzaron a salir tus abuelos. El amor les vino desde la cuna, aunque no les impidió tener sus propias experiencias. 

Esto le contaba la hija de Neoteria y Adelio a la pregunta de su propia hija. ¿Es posible conocer al amor de tu vida desde siempre y no darte cuenta?

_ Mamá, yo creo que mañana que es el día de San Valentín me voy a declarar. Le dice con algo de sonrojo, la nieta de Neo a su madre. 

_ Muy bien hija, el amor cuando es sincero y no cabe en el interior hay que compartirlo. Si bien es cierto que si la otra persona no está preparada, o simplemente no siente lo mismo, también hay que respetarlo. 

El día de San Valentín cuando su hija vuelve más temprano que de costumbre a casa, la hija de Neo se preocupa. La cara de la chiquilla no presagia que su idilio haya tenido buena acogida. 


_ Marta, ¿qué tal te ha ido? Le pregunta casi con miedo. 

_ Bueno, no sé.

_ ¿Cómo que no sabes? ¿Te atreviste a declararte al chico que te gusta? Le pregunta directamente y sin tapujos.

_ ¿Qué chico? Mamá, tú tienes los estereotipos del amor muy enraizados.

La madre de Marta abre mucho los ojos, aunque intenta recomponerse enseguida. No esperaba descubrir que su hija es lesbiana. Ella nunca ha tenido nada ni en contra ni a favor, pero el amor por su hija está por encima de todo. 


_ Bueno cuéntame. Le insta con un nudo en el estómago.

_ Mira mamá, no sé si contarte esto. Es muy íntimo…

_ Hija, tú eres lo que más me importa en la vida. Seas lesbiana, hetero, o la condición sexual que sea, por encima de tu vida íntima eres mi hija. 

La chica da un respingo y la mira asombrada. 

_ Te voy a contar, porque veo que no vas por buen camino. Mi amor imposible es Itail. 

Su madre la mira con la boca abierta. Ella conoce bien a Itail, es un hombre de unos treinta años, pero no es por lo único que le sorprende la noticia.

_ ¿Itail es quien te gusta?

_ No me gusta mamá, estoy enamorada. Ya sé que me vas a decir. 

_ No, hija que él tenga Síndrome Down, no es inconveniente. Lo que me sorprende es que él te haya rechazado._ Intentó suavizar la conversación.

_ Si, porque al fin y al cabo, no le conocía tanto como yo creía. Me confesó que está enamorado, aunque no de mí. Él ama a Alfredo. Mamá Itail es gay. Le confiesa ya llorando. 






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