Querido padre

 Recuerdo aquel día como un tortazo inesperado en la cara. Tenía doce años. Mis amigas y yo por primera vez íbamos solas a la playa. Hasta ahora siempre nos acompañaba alguna de las madres o varias de ellas. También alguna vez nos acompañó algún padre, pero eran las menos. Nos lo estábamos pasando muy bien, las risas con mis locas amigas estaban aseguradas. Fuimos a comprar un helado y después de volver loco al chico que nos lo vendía, yo me di la vuelta y al levantar los ojos del helado verde fosforito que me había pedido, vi lo que cambiaría mi vida para siempre. Una pareja de "maduritos", dándose un beso en la boca, riendo y haciéndose carantoñas. Nada raro o escandaloso, si no fuera porque el hombre era mi padre. Al reconocerlo me agaché por instinto, no quería que él me viese a mí. Comencé a sentirme mal, el estómago se me encogió y tiré el helado que tanto tiempo me había costado elegir. Mis amigas no entendían y a mí no me apetecía explicarles nada. Las dejé allí con un palmo de narices y me fui a casa. 

Al llegar, vi a mi madre en la cocina y ella muy extrañada por mi pronto regreso me preguntó si estaba bien. 

_ Sí, claro. Mentí descaradamente. 

No, no estaba nada bien. ¿Cómo iba a mirar a la cara a mi madre sabiendo que mi padre tenía una amante? Ahora entendía tantas ausencias. Ese trabajo tan absorbente que decían que tenía en realidad era… Me tumbé en la cama boca abajo llorando sin querer hacer ruido. 

A la hora de la cena salí de mi habitación y mi madre me contó que esa noche a papá le había salido un imprevisto en el trabajo y no vendría a cenar. Esta vez ya no me creí nada. 

_ ¿En qué trabaja exactamente papá? Le pregunté ya harta. 

_ Ya te hemos explicado muchas veces que es algo del gobierno y no puede explicarte su trabajo por seguridad. 

_ Ya, pero resulta que ya no soy tan pequeña. Y además ya no creo nada de lo que me digáis. 

Mi madre estupefacta me miró y cuando iba a abrir la boca, me miró directamente a los ojos y bajó la cabeza. 

_ ¿Qué te han contado? 

_ ¿Contado? En mi cabeza se encendió una alarma. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Tengo que saber algo que todo el mundo sepa? 

_ Todo lo que hayas oído tiene una explicación. Y me gustaría ser yo la que te la dé. Me dijo, ahora sí, mirándome con su cabeza erguida. 

Su semblante triste y a la vez en alerta, me encogió el alma. ¿Cómo decirle que había visto a mi padre con su amante?

_ Mamá ¿Tú crees a papá cuando te dice que tiene tanto trabajo? ¿No sospechas que pueda estar haciendo otras cosas? En realidad, el tiempo que está en casa no es mucho.  Su trabajo le absorbe tanto que a veces está semanas sin venir, para aparecer un par de días, y volver a desaparecer.  

_ Vale, ya sé que intuyes. Me dijo, dando un resoplido. 

_ No, mamá no te puedes hacer idea. 

_ Si, hija. Esperaba que fueses algo mayor para explicarte algunas cosas, pero por lo visto ha llegado el momento. 

Yo no entendía lo que mi madre pretendía explicarme, sin embargo no se le acercaría a la realidad. ¡Que ilusa era! La que no se acercaba a la realidad, ni por asomo era yo. Y mi madre comenzó su relato.

Yo era joven y muy alocada, cuando me enamoré de tu padre. Él era un hombre atractivo y su semblante enigmático me cautivó. Fuimos al cine unas cuantas veces y otras tantas a cenar. Lo pasábamos muy bien juntos y ¡Claro! Acabamos acostándonos. Cuando me enteré de que estaba embarazada, también me enteré… En ese momento me miró fijamente y bajo la voz tanto que no alcancé a oír lo que dijo. 

_ Mamá ¿Qué supiste? ¿Que era un mujeriego, que siempre habría otras o que tal vez te dejase alguna vez por una amante? Le solté con rabia. 

Mi madre se puso pálida y abriendo los ojos como platos me repitió, esta vez más alto. 

_ Estaba casado hija, estaba casado. La amante soy yo. 

Ante tal confesión no pude reaccionar, pero si ante el llanto inconsolable de mi madre. Me levanté y rodeando la mesa que nos separaba la abracé y la llené de besos. En ese momento entendí muchas cosas. Esas conversaciones a medias que oía mientras hablaba con su hermana, esos sollozos nocturnos susurrando "lo voy a dejar". Todo encajó como un puzle en mi cabeza. Y solo pude decirle al oído.

_ Mamá, no te preocupes, déjale si quieres, pero si lo amas sigue con él, aunque esta vez por ti, no por mí. 

Mi padre siguió viniendo a casa un par de años más, yo le miraba diferente, pero la relación no era mala. Hasta que un día ya no volvió más. Luego nos enteramos de que murió en un accidente de tráfico junto a su mujer y sus tres hijos. 

Mi madre lloró como nunca, yo la consolé como pude, ya que al fin y al cabo era mi padre y sentía su muerte. Siempre me sentí como una niña querida, al menos, cuando estaba conmigo.





Comentarios

  1. Ayyyy q fuerte el final Para empezar la semana me has desgarrado el corazón La verdad que EXCELENTE muy bien Animo sigue escribiendo que lo haces genial y mantienes mi atención y me sorprendes

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  2. Muy buen relato aunque el final me encoge pero a veces la realidad no es lo que parece aunque el amor hace todo posible a seguir mi escritora favoritas👏👏👏💞💞💞💞

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