Amor en clase

 

Por fin es lunes y a primera hora toca matemáticas. Esta frase sería catastrófica, si no fuese porque las "mates" las da Don Pepe. Curioso nombre para un joven que apenas tendrá 24 años. Con El don se le da autoridad y soberanía, pero el hipocorístico nombre de Pepe le hace cercano y colega. En 1985 eso aún me resulta raro, pero me voy acostumbrando.  Sus clases no tienen nada de especial, aunque él sí. Es apuesto y simpático. Cuando entra en clase es como si la atmósfera se transformase. La clase de hoy ha sido espectacular, cada vez que escribía los problemas en la parte superior de la pizarra se le subía la camiseta, dejando vislumbrar la piel de la espalda. Sueño con que la acaricio, me la imagino suave y caliente. Cuando ha terminado la clase, mi decisión estaba tomada, haré que me desee. Para ello antes tengo que saber todo sobre él. 
En cuanto llego a casa me pongo con el listín telefónico, y busco su apellido Osnola Espinal, aquí está, Osnola Espinal, José. Perfecto. Que bien hice en fijarme en esa carpeta que siempre lleva, allí pude leer su nombre completo. Es curioso como en el listín telefónico puedes encontrar además del número de teléfono, también la calle donde vive. Aquí pone que vive en la calle Sebastián Rodero, 1. Me tiembla la mano mientras marco despacio el número de teléfono. Mi corazón suena tan fuerte que pienso que se oirá al otro lado de la línea cuando suena el primer tono de llamada, con el segundo a mi mente viene la estúpida pregunta ¿Qué le vas a decir? En ese momento al otro lado suena la voz conocida de Don Pepe preguntando ¿Quién es? Inmediatamente cuelgo y llevándome la mano al pecho intento calmarme. Pero ¿qué estoy haciendo? Me lo pienso mejor y tras meditar mi comportamiento y el suyo, llego a la conclusión de que yo a él también le gusto. Así que decido actuar en serio. Mejor me acerco a su casa y hablo con él. Quizá en persona sea más fácil. 
Su calle no está muy lejos de donde vivo, por tanto iré dando un paseo. Me dirijo hacia su calle pensando en qué me encontraré. Tal vez viva con sus padres, o comparta piso con jóvenes profesores. Llevo un nudo en el estómago, creo que se alegrará de verme, pero ¿le gustará este atrevimiento? ¿Pensará que soy una fresca? ¿Le preocupará mi edad? En esos pensamientos andaba cuando al fin llegué al portal. Me siento en un banco cercano para tranquilizarme un poco y de paso pensar en cómo explicarle mis sentimientos.  Veo que el portal se abre y por la puerta sale Don Pepe. Como un resorte me pongo en pie con la intención de abordarlo, cuando me fijo que detrás de él sale otro hombre de más o menos su edad. Como yo pensaba vive compartiendo piso. Perfecto así será más fácil. Según me acerco a ellos, me quedo paralizada, la sangre se para y mis piernas me comienzan a temblar. Don Pepe va agarrado de la mano del chico que salió con él y el chico le acaba de dar un azote en el trasero. 
Cuando me recupero del descubrimiento, me encamino de nuevo a mi casa a partir de hoy me costará un poco más hacer los deberes de matemáticas. 






Comentarios

  1. Precioso relato y eso que todo me resuena a viejuno. Me ha encantado y que buenos recuerdos Listin de teléfonos.........A seguir sorprendiendo Angela

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  2. Ja ja Ángela aquellos años las ilusiones de adolescente y ver la realidad 👏👏a por el proximooo👏👏👏💞💞💞💞

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