En la nueva casa

 Pedro y Marta son una pareja que hace un mes que viven en el barrio. Él trabaja fuera de la ciudad. Viene a casa los viernes por la tarde y se va el lunes por la mañana. El barrio está a las afueras de la ciudad, es tranquilo y la gente es agradable, es como estar en un pueblo, pero con más gente. El barrio está formado por edificios de tres alturas dispuestos en modo fichas de dominó lista para empujar la primera y que caigan el resto. Los pisos son prácticamente iguales, los hicieron en los años 60, cerca de unas fábricas donde trabajaban muchos de los habitantes que llegaron en esa época, con el boom migratorio. 

Son las ocho de la tarde y Pedro llega cansado de toda la semana pegado al volante. Espera encontrar a su mujer y su hijo en casa. Hoy cenarán sin el mayor, que ha ido a pasar el fin de semana a casa de los abuelos. Entra en el portal y busca las llaves. Siempre le cuesta encontrarlas, ha cambiado de llavero y no identifica el nuevo a la primera. Al fin, elige la llave de la puerta de casa, ya que el portal, como casi siempre, está abierto. Mete la llave en la cerradura, pero parece que no entra bien. ¿Será que está tan cansado que no atina a meter la llave? Le da varias vueltas y al fin en una de las posiciones consigue que entre, pero la llave no gira. Sigue intentando con fuerza que la llave gire. Oye ruidos al otro lado de la puerta, será Marta que ha oído las llaves y sale a ver qué pasa. Efectivamente se abre la puerta, pero no es Marta la que está al otro lado. Es un señor con bigote, con cara de asombro. Se miran examinándose mutuamente y el señor del bigote sonríe. Pedro no sale de su pasmo. 

_ ¿Qué hace usted en mi casa? Le pregunta en un tono rudo. 

_ Estoy en mi casa. Le contesta Jose Mari, que así se llama el bigotudo. 

_ No señor, yo vivo aquí con mi familia desde hace un mes. Ya mosqueado ante el tono divertido de Jose Mari. 

_ Si, usted vive en una casa igualita a esta, pero en el siguiente bloque. 

Pedro se vuelve y mira el número del portal, viendo que ha entrado en el 18 y él vive en el 20. Rojo como un tomate y sin saber dónde meterse, pide perdón de mil maneras y sale casi a la carrera del portal. 

Jose Mari, mira por la ventana del salón y sonriendo ve entrar a Pedro en su portal y seguidamente en su casa. 



Comentarios

  1. Ja ja muy bueno y cosa que en este mundo tan alineado puede ocurrir muy bien escrito a por el próximo💞💞♥️

    ResponderEliminar
  2. La verdad que es muy real No se puede hacer todo idéntico edificios. Coches......asi nos equivocamos Estupendo relato realista

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Desilusión

Año nuevo

La aventura