Cita virtual
Ella le mira de reojo, no suelta su teléfono móvil hace tiempo. Cuando se acerca a ella, casi siempre ve el mismo juego en la pantalla. ¿Qué puede tener ese diabólico aparato? En su mano vibra su propio móvil y da un respingo. Ella le mira sorprendida, pero no dice nada. Vuelve su atención a la pequeña pantalla.
Mira a su mujer, ahora le parece tan lejana y desconocida que hasta ese mechón blanco en el flequillo que parece distinto. Siempre le gustó, le daba una distinción y una personalidad que no tenía ninguna otra mujer.
Él va al dormitorio y mira su teléfono, ahí está la respuesta que siempre quiso. Por fin se verá y hablará con la mujer que tanto ha compartido. Parece imposible, como sin ver a alguien te puede llegar muy adentro. Lleva con esta relación virtual más de seis meses. Al principio abrió la aplicación para pasar el rato, habló con algunas mujeres y todas querían una foto o un encuentro en breve. Él no estaba por la labor, solamente quería charlar, no quería ninguna relación, está casado y quiere a su mujer. Pero un día comenzó a hablar con Virgo50, y enseguida se dio cuenta de que encajaban bien. Ambos querían hablar, desahogarse y reír de vez en cuando. No querían una aventura extramatrimonial. Ella también estaba casada. Muy despacio fueron desnudando su interior. Cada uno contaba su vida y su desgastado matrimonio.
Vuelve al salón y ella sigue allí con el diabólico aparato en las manos.
_ ¿No te cansas del mismo juego?
_ No, me entretiene y me hace no pensar. Las preocupaciones se evaporan. Tienes que probarlo alguna vez.
_ No gracias, yo prefiero pensar, tener la mente activa.
_ Cuando la mente se tiene demasiado activa, se satura. Y la mía está muy activa todo el día.
_ Voy a dar un paseo y a tomar una cerveza.
_ Te has puesto muy guapo para ir a tomar una cerveza.
_ Que va como siempre. ¿Quieres venir? _ esto lo pregunta cruzando los dedos para que justo ese día no le quiera acompañar.
_ No, gracias, he quedado con unas compañeras y tomaremos algo. Quizá nos veamos.
Él cierra la puerta y se pone nervioso. Ha quedado con Virgo50. Su mujer se ha dado cuenta de que se ha arreglado más de la cuenta. Pero no ha podido remediarlo. Se quita la chaqueta, que le estorba. Ha quedado en una cafetería, ha decidido llevar un distintivo cada uno. Él llevaría una camisa azul y en el bolsillo unas gafas de sol. Ella llevaría una camiseta verde y un pañuelo amarillo enrollado en la muñeca. Aún faltaba media hora, pero se tomaría una cerveza antes de la cita, eso le tranquilizaría.
Al entrar en la cafetería, a la derecha hay una mujer sola sentada, tiene una camiseta que parece verde, se acerca, pero al fijarse bien en su muñeca no hay ni rastro del pañuelo amarillo. Mira a su alrededor y al fondo ve a una mujer de espaldas, con una camiseta verde y se distingue algo amarillo en la muñeca. Se acerca temblándole las piernas y se pone delante de ella. Al levantar la cara distingue un mechón blanco tan familiar como ella. En ese momento los dos pierden el color, sus caras blancas y sus manos temblorosas los delatan. Ninguno sabía quién era el otro.
Él se sienta y con una voz temblorosa mira a los ojos de su mujer, que están húmedos y le dice _ Tenemos mucho de qué hablar.
Olé y Olé estupendo y muy actual Escrito muy ameno entretenido Me alegra el dia
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