Salir a pasear

 Por fin es sábado, y el sol, parece que me quiere alegrar el fin de semana. Hoy me gustaría salir con Ro a pasear. Estaría genial poder ir a una campas que tenemos cerquita, donde pueda correr como una loca, sin preocuparme de nada. Volver a respirar aire fresco y revolcarme en la hierba.

Aquí estás, digo al ver a Ro. ¿Qué tal has dormido? Venga come algo y nos ponemos en marcha. Eh, ¿cómo? No, ni hablar de estar tirado ahí. Hay que salir a pasear. Le digo tirando suavemente de su pierna. Él me mira con cara de fastidio, pero hace como si no me viese. Yo, que soy bastante más cabezota que él, le persigo por toda la casa. Le conozco lo suficiente para saber que así acabará cediendo.

Últimamente está algo perezoso y no quiere salir. ¿Se estará haciendo viejo? Pero yo no estoy dispuesto a quedarme en casa. Me planto en la puerta y poniendo la mano en la manilla le digo que si no quiere venir me iré yo solo.

Ro al oír abrirse la puerta viene corriendo y mirándome con una gran sonrisa, se pone su abrigo y al fin consigo sacarlo de paseo.

A veces hay que sacar a pasear a los humanos aunque no quieran, pienso moviendo la cola y saltando de alegría.



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