Últimos besos en la montaña final

 Hoy los mayores susurran palabras que me hacen daño. Palabras como "abuela", "hospital", "ver" y algo que no entendía "última vez". A mí solo me gustaba la palabra "abuela". La abuela me daba cosas ricas que mi mamá no quería que comiese, porque decía que se me caían los dientes. Me abrazaba despacito y calentito, no me apretaba fuerte y me espachurraba, ella lo hacía con suavidad y me cantaba. Me han dicho que está malita y que quiere saludarme. Como soy pequeña, no me dejan ir a verla a la habitación del hospital, pero hoy me han prometido verla por la ventana. Así me mandará besos de viento.

Ya hemos llegado, el hospital es un edificio enorme lleno de ventanas. Mi papá ha subido donde la abuela para decirle que se asome a la ventana y así nos veremos, pero yo sé que además nos mandaremos besos de viento. Esos besos mi abuela me explicó, que son besos que las personas que se quieren mucho les dan al viento y este los entrega, pero mucho más gordos que si fuesen en persona.

Mi mamá señala al montón de ventanas y me dice que me fije que allí está la abuela. Yo miro, pero solo veo ventanas, y alguna persona asomada, pero ninguna es mi abuela. Mi mamá me coge la cabeza con sus manos, y me la dirige a hacia arriba y por fin veo una cabeza pequeñita con rizos blancos, y que con su mano está saludando. No puedo dejar de sonreír y de gritar "abuela" y de tirar besos de viento. Mi abuela se esconde; y yo recojo millones de besos que sé que me ha mandado.

Al día siguiente los mayores están muy tristes, y hasta a mi papá le he visto llorar. Se ha ido y al preguntar a mi mamá, que donde va mi papá tan triste; ella me dice que la abuela se ha al cielo. Y que yo me tengo que ir a dormir, que ya es muy tarde.

Esa noche yo vi a mi abuela en una enorme montaña con un camino que la rodeaba mientas subía poco a poco, hasta el cielo. En ese camino estaba mi papá y mis tíos, y llevaban a mi abuela en brazos. Me dijeron que estaban ayudando a la abuela a subir al cielo. A la mitad del camino, se encontraron una pequeña cueva y allí descansaron, tomando un bocadillo y bebiendo de la bota de vino. Mi abuela sonreía. Y en ese momento me miró a la cara y me mando un beso especial, y me dijo que ese beso me duraría para siempre.

Cuando desperté, mi papá seguía muy triste, pero yo le dije que ya sabía lo que había estado haciendo. Le di un beso suave en la mejilla y le susurré al oído "gracias papá".



Comentarios

  1. Precioso me ha emocionado.
    Gracias

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  2. Q emotivo Muy bonito Los recuerdos de los abuelos siempre son preciosos Y la muerte de ellos marcan mucho Siendo niños o mayores nos marcan A mi x lo menos Esta escrito con mucha dulzura y optimismo

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