La verbena inolvidable
Son las fiestas del pueblo y hoy vendrán mis amigos del instituto a la verbena. Estoy muy contenta, al fin verán que en los pueblos también nos sabemos divertir. Vienen cuatro Marta, Belén, Roberto y Asier. Son tan diferentes entre sí, que a veces no sé cómo salimos todos juntos. Por fin han llegado, que emoción tengo. Cuando llego donde ellos, nos damos los dos besos de rigor en las mejillas, pero falta Roberto. ¿Qué pasa no viene? Les pregunto extrañada. Si, pero ha dicho que viene en su coche, así si se agobia se puede ir cuando quiera. Me quedo conforme, Roberto es muy suyo, no es como los demás. Normalmente no habla mucho con la gente, pero con nosotros ha encajado perfectamente. _ Vamos a tomar algo, les digo a mis amigos, y les llevo hacia el bar donde están todos los jóvenes y no tan jóvenes del pueblo. Allí también están mis padres, me acerco y les presento a mis amigos. Son correctos, pero sin demasiadas muestras de cercanía; en fin ellos son así. Me fijo en la entrada del bar y veo a Roberto que por fin ha llegado, le hago señales para que se acerque y tras los consabidos besos en las mejillas, le presento a mis padres. Luego todos juntos nos vamos donde reparten zurracapote, esa bebida que han preparado los vecinos para alegrarnos el cuerpo. Allí presento a mis amigos, a los chicos y chicas del pueblo y enseguida hay conexión. Cuando oímos que la música comienza a sonar, nos acercamos y entre risas bailamos y saltamos a son que la orquesta toca. También nos apuntamos a la competición de bolos, nos dirigimos a la bolera, cuando Charo viene corriendo hacia mí y me dice que mis padres me andan buscando, y que vaya a casa rápido. En un principio me fastidia, pero al ver la cara de mi amiga me asusto ¿qué habrá pasado? Cuando entro en casa, mi madre con cara muy seria me dice "vete donde tu padre, que quiere hablar contigo". Esto me huele mal. Mi padre me sale al encuentro en el pasillo y con la cara desencajada me grita" ¿Tú que te crees?, reírte de nosotros así, delante de todo el pueblo" yo sin saber de qué habla intento decir algo, pero en cuanto abro la boca me calla, gritando de nuevo. "Morrearse delante de nosotros. Eso es tener poca vergüenza o ninguna. Si quieres tener novio, ya tienes edad pero respetando a tus padres". Yo cada vez entiendo menos de lo que me habla, pero sigo escuchando sus crispados gritos "y si no estás contenta ya sabes lo que tienes que hacer. Solo tienes que coger tus cosas e ir a vivir con esos amigos tuyos o con tu novio" Cuando por fin calla, muy bajito, porque me tiene asustada, le pregunto ¿pero de qué novio hablas? ¿Qué he hecho? Y es cuando desquiciado se da la vuelta y gritando me dice "encima contestona. Ya te he dicho que si no te gusta te vas y punto" y se vuelve y cerrando la puerta del salón con un portazo que me retumba en las entrañas, me deja ojiplática y sin saber qué hacer. Miro a mi madre y me dice" Tú te lo has buscado, en diez minutos te quiero en casa, si no ya sabes…" Con unas ganas inmensas de llorar voy hacia la fiesta, que ya no me parece tal y les digo a mis amigos que me tengo que ir a casa, que ha surgido algo importante. Belén que ve mi cara descompuesta, me pregunta si estoy bien, si claro respondo quitando importancia. Roberto se acerca y en ese momento tengo un flash en mi cabeza. Mis padres, el bar, dos besos. ¡Madre mía! Para ellos los besos en las mejillas era morrearme, y encima con Roberto. En fin mejor me voy a casa. Ya contaré alguna milonga el lunes cuando les vuelva a ver. "Bueno, chicos os veo el lunes. Pasarlo muy bien". Roberto me sigue un rato y me vuelvo bruscamente, y le increpo ¿qué es lo que quieres? Él asustado me susurra "solo quería hablar contigo". Me doy cuenta de que le he gritado y me doy asco. Me parezco a mi padre. Y bajando la voz le digo "Mira Roberto, si quieres hablamos el lunes, ahora no es buen momento". Él baja la cabeza y me dice "Perfecto, el lunes entonces". Y cuando se está girando para irse le digo "Eh, chaval" Él se vuelve y le digo" Pásatelo bien en la verbena". En ese momento se le transforma la cara, con una sonrisa. Al entrar en casa de nuevo, parece que se huele la tensión. Me dirijo a mi habitación y me meto en la cama. Pero mi cabeza no deja de dar vueltas a la imagen de Roberto y a que mis amigos siempre me dicen que yo le gusto. Me digo a mí misma que el lunes hablaré con él y con todo el cariño que pueda le diré que no siento nada especial hacia él. Y tengo que mirar cómo puedo conseguir un trabajo. Este verano intentaré encontrar algo que me permita salir de esta casa cuanto antes. Han pasado muchos años de aquel día, pero aún recuerdo ese lunes, la cara de decepción y tristeza de Roberto. Como reconoció que él si sentía algo por mí. También recuerdo aquel verano, donde empezó mi odisea para poder salir de aquella casa, la cara de mis padres cuando les dije que me iba, que quería estudiar fuera y que había encontrado trabajo en otra ciudad. Y desde entonces su actitud conmigo ha sido tan diferente. Siempre amables, con ganas de verme y eso si diciendo que tuviera cuidado, sobre todo con los hombres (ya no eran chicos). Como yo siempre les decía que me iba muy bien, aunque llegué a pasar hambre, ellos nunca lo supieron. Ahora soy madre y me pregunto si lo estaré haciendo bien. Si mis hijos querrán huir de mí algún día, ocultándome su verdadera vida.
Que recuerdos Las primeras verbenas El miedo a nuestros padres Como han cambiado los tiempos Lo has relatado muy bien es una época q vivimos
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