La pesadilla

Son las dos de la mañana, algo me ha despertado. Me vuelvo en la cama y veo el sitio de mi marido vacío. En un principio me alarmo, pero enseguida recuerdo que está de viaje por trabajo. Me levanto al baño y al salir me asomo a la habitación de mi hija.

En principio me vuelvo, pero de repente y volviendo rápidamente la vista hacia la cama, compruebo que está vacía. Pero ¿dónde está? Enciendo la luz de su habitación y compruebo que verdaderamente no está. Miro debajo de la cama y dentro del armario, y nada. La llamo con la voz más tranquila que me sale en ese momento. Nadie contesta. Voy a la cocina, y miro en la terraza, nada allí no está.

 En mi habitación, vuelvo a mirar debajo de la cama, a mi hija de tres años le gusta meterse allí cuando jugamos al escondite. Miro dentro de mi armario, pero tampoco está. Voy a la puerta de la calle y compruebo que la llave está echada. No ha podido salir. Bien, me digo, tranquilízate, tiene que estar dentro de casa. Una niña tan pequeña no se volatiliza. Miro en los cuartos de baño y la sigo llamando. Me dirijo al salón y al encender la luz veo que todo está como siempre. 

Voy al sofá y me siento para intentar respirar con más tranquilidad, ya que en estos momentos estoy muy agobiada y mi respiración está empezando a causarme problemas. Me siento y bajo la cabeza para ponerla entre las piernas, para recuperar el sosiego. Y justo en ese momento veo moverse algo por el rabillo del ojo. Centro la vista en ello y veo un pie pequeño y descalzo que sobresale de entre las sillas.

 Me levanto veloz, lo que me provoca un ligero mareo, que ignoro, y me dirijo hacia la mesa del salón y allí al agacharme, veo a mi niña encogida y con los ojos como platos. Retiro una de las sillas y me meto debajo de la mesa, y la abrazo intentando tranquilizarla. Muy bajito ella me dice _ Mami un osito con dientes muy grandes, y con las orejas sucias, me quería agarrar del pelo. Pero he escapado, aquí no puede encontrarme. 

Con un gran suspiro, la abrazo y poco a poco salimos las dos del escondite. Preparo dos vasos de leche que tomamos, la una hablando de su pesadilla y la otra pensando en la suya.

Ya mucho más tranquilas las dos nos metemos en mi cama abrazadas. 



Comentarios

  1. Uffff q susto y q mal rato Me he visto reflejada x lo miedica q soy Relato muy bueno q te mantiene a la expectativa y te deja sin aliento Muy bien escrito

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