Compañeros de clase
Vero hoy está contenta va a comer a un restaurante a las afueras de la ciudad. Pero para ella no es un lugar desconocido, muy cerca está su colegio, donde va en autobús desde su casa. En esa zona viven muchos compañeros suyos. Amigas y amigos que le gustaría encontrarse por la calle. Ella va caminando por la acera, pero se va fijando en la gente de los balcones y ventanas. Y de pronto ve a un niño que le parece conocido. Si, claro es él. Precisamente tenía que ver a Antonio. Esta semana ya ha discutido dos veces con él.
Se acuerda perfectamente, el martes le pidió su goma de borrar y cuando se la devolvió, estaba llena de agujeros y pintada con rayas de bolígrafo por todos los lados. Cuando le recriminó la acción, él le sacó la lengua y le dijo que no se la hubiese dejado. Ella ya sabía que cuándo llegase a casa y su madre vea la goma, le va a caer una bronca. El viernes fue aún peor; estaban haciendo un examen cuando Antonio le pasó un papelito. Ella se puso muy nerviosa, ya que el profesor podía pensar que estaba copiando. Cuando se lo fue a devolver, el profesor se acercó a ella y cogiéndole el papel le dijo que para ella había terminado el examen. Se intentó excusar, pero Don Damián, el profesor de matemáticas, no quiso escuchar, simplemente se guardó el papel en el bolsillo y le dijo que le entregase el examen.
Vero al ver que desde el balcón Antonio la miraba, se irguió y según pasaba por debajo ella le sacó la lengua, en ese momento un impresionante golpe en el pecho y en la cara la tumbó de espaldas. Cuando se recobró del susto vio como sus padres la ayudaban a levantarse y le decían que tenía que mirar por donde iba, que las farolas no se apartaban cuando ella pasaba. Roja de vergüenza y de ira, volvió la cabeza hacia el balcón donde un niño estaba doblado de la risa.
El lunes Vero no sabía dónde meterse cuando Antonio la señalaba con el dedo según hablaba con sus amigos. Todos reían a carcajadas. Ella algo frustrada y con rabia se fue a clase. Encima tenían matemáticas a primera hora. Damián repartió los exámenes, y a ella le dio un vuelco el corazón cuando vio que tenía un 7. Levantó la cabeza para mirar al profesor y veo como se acerca al pupitre de Antonio y junto con el examen le da un papelito doblado. Antonio que se da cuenta de que el profesor ha leído dicho papel y yo le estoy mirando se pone, primeramente blanco y luego rojo hasta las orejas. Don Damián dice alto y claro, hay que estudiar y dejar los poemas de amor para la clase de literatura. La carcajada unánime de la clase fue tal, que costó que volviera el ambiente más de estudio que requería esa materia.
Ohhhh q bonito es el AMOR Relato sencillo pero emotivo y simpático porque te hace sonreír Gracias x un lunes más
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