El caballero

 Cuando miro por la ventana lo veo con su perro. Lleva un gorro de lana acabado en un pompón. Su abrigo oscuro le hace destacar en el paisaje nevado. Desde aquí parece un hombre normal, pero yo sé lo que es.

Su andar seguro, y semblante serio desconcierta al que habla con él por primera vez.

Le sigo con la mirada, se cruza con una mujer y se para a hablar con ella. ¿Quién será? ¿De qué hablarán? Se mete la mano al bolsillo y le da algo a esa mujer. Parece un papel doblado. Se despiden y se alejan uno del otro. Me centro en la mujer, no es joven pero tampoco demasiado mayor. Camina erguida, pero sin altanería, como si se supiera importante para alguien. Al llegar a la esquina, se para y desdobla la nota que el hombre le ha dado. Gira su cabeza hacia mi ventana; por un momento creo que nuestras miradas se encuentran, pero es imposible. Mete la nota en una bolsita para tirarla a la papelera que hay al lado, pero una ráfaga de viento se la arranca de las manos y vuela hasta el pie de un árbol cercano, donde se queda enganchado entre las raíces. La mujer dobla la esquina y desaparece. Centro de nuevo mi atención en el caballero, tan conocido para mí. Está acariciando al perro, que le lame la cara moviendo el rabo con energía. Ese perro que le dio la vida, después de la gran perdida en su vida.

Dejo de mirar por la ventana y me centro en mis quehaceres. Aún no he bajado a por el pan, así que me pongo unos vaqueros y un jersey y salgo a la calle. Al pasar cerca de la esquina que se ve desde mi ventana, recuerdo el papel que voló de las manos de aquella mujer. Y miro hacia el árbol, allí está, como llamándome para que lo lea. Miro a mi alrededor y me agacho con disimulo para llevarme ese papel en el bolsillo. Tras comprar el pan y alguna cosa más, subo a casa con prisa, estoy deseando leer lo que llevo en el bolsillo.

Lo despliego despacio y comienzo a leer.

Querida damisela:

No creas que no te quiero, pero lo nuestro no puede ser.
Para mí, mi hija es lo más importante de mi vida y hacerle daño es lo último que quiero hacer.
Esta relación presiento que le dolería.
No hace tanto que falleció su madre ver a su padre con otra mujer sería un fuerte golpe para ella.
Espero que me perdones. Es mejor que no nos veamos más.
Tu galante caballero


Tras releer esa carta me dirijo al teléfono y marco el número de mi padre que contesta al tercer tono. Aún no sé qué le voy a decir, pero hoy mi padre va a ser feliz. Igual que yo al enterarme de que me ama tanto como para renunciar a seguir con su vida.







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