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Mostrando entradas de enero, 2021

El caballero

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 Cuando miro por la ventana lo veo con su perro. Lleva un gorro de lana acabado en un pompón. Su abrigo oscuro le hace destacar en el paisaje nevado. Desde aquí parece un hombre normal, pero yo sé lo que es. Su andar seguro, y semblante serio desconcierta al que habla con él por primera vez. Le sigo con la mirada, se cruza con una mujer y se para a hablar con ella. ¿Quién será? ¿De qué hablarán? Se mete la mano al bolsillo y le da algo a esa mujer. Parece un papel doblado. Se despiden y se alejan uno del otro. Me centro en la mujer, no es joven pero tampoco demasiado mayor. Camina erguida, pero sin altanería, como si se supiera importante para alguien. Al llegar a la esquina, se para y desdobla la nota que el hombre le ha dado. Gira su cabeza hacia mi ventana; por un momento creo que nuestras miradas se encuentran, pero es imposible. Mete la nota en una bolsita para tirarla a la papelera que hay al lado, pero una ráfaga de viento se la arranca de las manos y vuela hasta el pie de un ár

La Mano Negra

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Paso por delante de aquel tejado, que cubre ese viejo lavadero. Un lavadero, que ahora los jóvenes no saben, ni para qué servía. Es algo así como una piscina rodeada de un borde inclinado. En ese borde es donde mujeres fuertes y no tanto, dejaron sus manos lavando todo tipo de ropa. Si esta estancia hablase, la de cosas que habrán oído estos bordes desgastados. Pero me llama la atención una historia, que cuentan del propio lavadero. Una historia, que las madres bien intencionadas, contaban a los niños para que no se acercasen al borde y acabasen empapados. Los niños más valientes, desafiaban la leyenda y se acercaban, no sin miedo, tocaban el agua y salían corriendo sin mirar atrás. Los más osados se plantaban delante del agua y miraban fijamente la profundidad oscura, con la esperanza de poder negar esa maldición. Pero enseguida sus infantiles y fértiles mentes veían eso que les habían contado. En sus cabecitas al mirar esa agua oscura, conseguían ver lo que debajo de ella se movía. C

Manos marcadas

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 Me da un vahído y al  apoyarme en la mesa para no caer, me fijo en mis manos. Unas manos llenas de arrugas, manchas y cicatrices. Se me ha pasado el mareo, pero yo sigo con la vista fija en las manos que tengo delante de los ojos. Son manos viejas, manos que ahora que me fijo, tienen marcas. Pongo mi atención en una pequeña cicatriz que tengo en la base del dedo índice. Y veo a una niña con una gran ilusión por sorprender a su madre. Ya tiene peladas las patatas que más tarde su madre freira en la sartén nueva. Ahora tiene que cortar unos trocitos de jamón . Coge el cuchillo grande y afilado que su padre guarda en el cajón y según lo pone en la pata de cerdo, se le resbala y un dolor y escozor en el dedo , la transporta de nuevo al presente. Parece que le duele como aquel, ya lejano día.  Justo debajo veo un mancha café con leche en forma de montaña enana. Aquella mañana Jaime mi hijo mayor estaba nervioso como nunca. No podía parar quieto . Yo estaba planchando su pantalón , con el q