Marina
Está muy contenta por fin vuelve al pueblo después de ocho años. Se ha pasado todo ese tiempo en un internado en la ciudad. Es un internado para niños huérfanos y ella lo es. Solo tiene un hermano doce años mayor que ella. Su hermano está casado con Engracia, tienen tres hijos y están esperando un cuarto.
Marina se quedará con ellos, pero solo irá a dormir y los domingos , ya que Sor Nati le ha recomendado a un hermano suyo, que necesitaba una chica en casa. El hermano de la monja está casado y tiene tres hijos. Marina trabajará de lunes a sábado de siete de la mañana a nueve de la noche , ella está encantada, por fin se ganará su propio dinero.
La chica es trabajadora como ninguna, y Jaime y Paz que así se llaman los señores donde sirve, están más que encantados. El sueldo del primer mes de trabajo Marina lo lleva bien apretado junto al corazón, es su primer salario. Su cuñada, cuando entra por la puerta , le invita a que entre en la cocina, cosa que nunca hace ,ya que Marina viene cenada de la casa de los Señores. Marina se extraña pero acepta.
Bueno Marina ya sabes que tu aquí tienes cama y los domingos hasta comes en casa, lo justo es que aportes algo para tu manutención. Le suelta así a bocajarro.
Marina que no se esperaba esas palabras , sólo atinó a decirle. Pero yo los domingos, limpio toda la casa, y me encargo de mis sobrinos.
¿Te crees que con hacer tus obligaciones en casa queda pagado la cama y la comida? Dame ese dinero que guardas, y ya hablaremos de cuanto te doy para que lo malgastes en tus cosas. Y abriéndole la mano con fuerza le arrebata los pocos billetes que llevaba Marina con tanta ilusión.
De acuerdo, pagaré mi manutención , pero creo que eso es demasiado, te daré la mitad y la otra mitad será para mí. Me tengo que comprar zapatos nuevos. Se atreve a susurrar Marina.
Con un fuerte golpe en la mesa Engracia terminó la conversación. Ya está bien, le contaré a tu hermano , que no quieres colaborar con la casa y ya verá él que hace.
Marina esa noche no pegó ojo, todos sus sueños, ilusiones y planes se habían ido al traste. Y encima tenía esa amenaza constante de su hermano. Filiberto era bueno pero no veía más que lo que su mujer le decía. Y su carácter era agresivo en cuanto se le llevaba la contraria. La mano la tenía suelta y si con eso no se quedaba agosto alguna patada también soltaba , así como por descuido.
Marina ya llevaba tres meses trabajando y a final de mes siempre la misma escena, y su dinero se volatilizaba. Un sábado Paz le preguntó si le gustaba el cine, ella con una sonrisa de oreja a oreja dijo que sí. Y tan pronto lo dijo cambió a una cara de tristeza infinita, ella no podía permitirse ir al cine; alguna vez había ido cuando estaba en el internado y le gustaba. Paz le puso en la mano dos entradas y le dijo, mira son para mañana por la tarde, nosotros no podemos ir y así no se perderán. En ese momento la cara de Marina era la imagen de la ilusión y la felicidad juntas.
Ese domingo sería diferente. Por la mañana dejaría todo hecho en casa y por la tarde quedaría con su amiga del alma y por fin sería ella la que invitaría a algo.
Al salir del cine emocionada con la película y con haber compartido la tarde con su amiga se dirigió a casa de su hermano para preparar la cena de todos y dejar recogido antes de ir a la cama.
Al entrar un fuerte golpe en la cara la tiró contra la pared, y unos gritos que no entendía le taladraban la cabeza. Por fin cuando su hermano se cansó de golpearla y de llamarle de todo, le dijo. Y ahora me das el dinero que te has guardado.
Marina con el susto y el desconcierto en el cuerpo , no entendía nada. Yo no tengo dinero, acertó a decirle.
Tienes dinero, que Engracia me lo ha dicho, y si no a ver ¿ con que has ido al cine? Le grito muy cerca del oído. Nosotros aquí somos muchos y son muchos gastos, ¿te crees que has venido aquí a vivir como las señoritas de la ciudad?
Marina juraba y perjuraba que las entradas se las habían regalado pero él no la escuchaba. Y al final le dijo _ Prepara la cena que Engracia está cansada. Está atendiendo a pequeño Martín, que ya la podías ayudar un poco. Tú siempre por ahí y ella con los niños, trabajando como una burra.
Ella como pudo fue a la cocina y preparó la cena para todos, menos para ella, ya que su hermano le había dicho que la cena era la sesión de cine que había tenido.
Al día siguiente al entrar en la casa, Paz al verla se llevó la mano a la boca y le preguntó ¿Pero criatura que te ha pasado?
Nada me caí, nada más, le decía Marina con el ánimo de no alborotar más la situación.
Si claro, te has caído contra la mano ¿de quién? Tienes los dedos bien marcados en la cara, aun se te notan y seguro que la paliza no ha sido esta mañana.
Marina en un mar de lágrimas le contó todo , desde que su sueldo se lo quitaban el día de cobro hasta las palizas , ya que no era la primera, que le daban cuando la cuñada le contaba cualquier mentira a su hermano.
Paz le puso un chocolate caliente con un bizcocho que ese domingo habían hecho en familia y ya no le preguntó nada más.
Un par de semanas más tarde Marina vio una bonita maleta en el salón y pensó que alguien se iba de viaje. Jaime le habló desde su espalda, lo que hizo que diera un respingo.
Tranquila Marina, siento haberte asustado. Mira esta maleta. Tiene algunos vestidos que mi mujer ya no se pone y creemos que a ti te vendrán bien. Le dijo con voz calmada. Y en ese momento Paz entra por la puerta y le pone en la mano un billete de autobús.
_Marina, he hablado con Sor Nati, y le conté lo que padecías aquí. Enseguida ha reaccionado y ya tienes trabajo en la ciudad. Es en el mismo internado donde has estado. Te encargaras de los niños más pequeños, Sor Nati dice que se te da muy bien. Entraras en régimen de interna, pero si encuentras un lugar donde hospedarte siempre puedes hacerlo.
Con los ojos como platos pero a punto de llorar, Marina no sabe que decir. Y solo piensa en cómo se lo va a decir a su hermano , con el recién nacido hay mucho trabajo en casa. Mira a su señores y les confiesa su preocupación.
_No te preocupes Marina , en cuanto estés en la ciudad hablaré con tu hermano, y si quiere seguir trabajando como hasta ahora no creo que se le ocurra ir a por ti. Así que si tienes algo en casa de tu cuñada que quieras llevarte vete ahora a por ello con la excusa de que te manchaste el vestido o lo que se te ocurra.
No, no tengo nada que llevarme. Lo poco que tengo lo llevo siempre en mi bolso. Les dijo pensando que lo que llevaba en el bolso era una foto de su madre y las entradas de cine, ya selladas que un día le habían regalado.
Esa misma mañana a las doce del mediodía Marina dejaba el pueblo que la vio nacer para ir hacia la felicidad y la libertad.
Esto me suena mucho VERDAD Marina se llama ANGELITA????
ResponderEliminarQué duro
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