La nevada

 Tomas es camionero hace ya algunos años. Su mujer y sus hijos pasan la semana alejados de él. Le echan mucho de menos, pero el trabajo es así, le lleva por todo el estado y vuelve a casa cuando hay suerte los viernes por la tarde. Algunas semanas no puede llegar el viernes y se quedan sin la cena especial de papá.

Esta semana está siendo especialmente dura, el tiempo es malo, aunque lo normal para un mes de diciembre. Las nevadas y las heladas son habituales. Pero esta semana es especial en la familia. Es el cumpleaños del pequeño Alonso, cumplirá cinco años, y así ya será mayor. Quizá este año sea diferente para él y por fin pueda dejar su silla de ruedas. Eso le ha dicho su madre, que cada día se le ve un poquito más triste. Con sus casi cinco años, ya ha pasado por varias intervenciones y mucho tiempo en el hospital. Su hermano de apenas un año más , está siempre cerca de él. Juegan como pueden , pero se lo pasan muy bien. Saben muchos juegos, que otros niños ni se imaginan. Lo que más les gusta es cuando su madre les lee un fantástico libro de aventuras. Se imaginan al lado del Misisipi con Tom y  Huckleberry, corriendo muchas aventuras.

Tomas está llegando a su destino, esta vez se quedará muy cerca de  casa, descargará la mercancía al día siguiente y por la tarde estará en casa para celebrar el cumpleaños del pequeño. El fin de semana tiene una gran sorpresa para los chavales, subirán Orduña, ya que se espera que haya nieve, y les ha hecho un trineo genial. El cumpleaños es la víspera de nochebuena y este año tienen que poner todas las ganas, que no tienen, en hacer feliz a los pequeños.

En el hotel se hospedan muchos camioneros, esa noche no hacía mucho frio comparado con las noches anteriores. Al levantarse y mirar por la ventana se lleva una verdadera sorpresa. Estaba todo blanco la capa era espesa, tanto que a todos los camiones se les prohibió ponerse en marcha. Era miércoles, y ese día la mercancía no llegaría a su destino. Tomás respiró hondo e intentó llamar a su mujer para que no se preocupase. Ella le cuenta que hoy Alonso está con fiebre, seguro que cuando llegues está mejor y podemos hacer los planes.

Tomás se preocupó todavía más, cuando los copos algodonosos no dejaron de caer en todo el día, y el espesor cada vez era mayor. Se fue a la cama pensando que al día siguiente se pondría en camino. Ya había dejado de nevar y parecía despejado.

A la mañana siguiente, todo seguía blanco pero con un brillo que no presagiaba nada bueno, por la noche había helado. Tomás estaba decidido , intentaría ir a casa. Después de hablar con su mujer de nuevo y decirle el niño seguía con algo de fiebre.

Después de desayunar comento con algún compañero que se iba, le intentaron persuadir pero estaba decidido.

Al ir a mover el camión era imposible, no había manera de que el camión se moviese con seguridad. Tomás tomó una decisión, iría andando, total eran cuarenta kilómetros tampoco era para tanto; por la noche ya estaría en casa. Se puso unas botas y ropa de abrigo, metió en una mochila unos bocadillos y una botella de agua y se puso en marcha. A la tarde ya empezando a oscurecer apenas había avanzado quince kilómetros. La nieve le impedía andar con facilidad. Una construcción al lado de la carretera le sirvió de refugio mientras se comía uno de los bocadillos. Hacía cada vez más frio, pero tenía que llegar a casa no podía parar. La noche era cada vez más cerrada, y el frio se le incrustaba en el alma. Tenía mojada la ropa hasta la cintura, que era por donde en ocasiones le llegaba la nieve.

Comenzaba a amanecer y el cansancio era evidente, pero sacando fuerzas no se sabe muy bien de donde, seguía su camino, volvió a recuperar algo de ánimo tras su segundo bocadillo y unas galletas que tenía en el fondo de la mochila.

Ya estaba el sol bastante alto cuando con las manos y los pies casi congelados golpeaba la puerta de su casa. Su mujer al abrir la puerta y ver el espectro en el que se había convertido su marido no pudo evitar dar un grito llevándose las manos a la boca.

Un baño caliente, una sopa y un buen sueño en una cama confortable fueron suficientes para que Tomás pareciese una persona de nuevo. Sus hijos se abalanzaron a sus brazos cuando salió de la habitación . Alonso parecía que había mejorado, no tenía aspecto febril.

Pasaron el día cantando y comiendo la dulce tarta de cumpleaños. La felicidad se masticaba en casa de Tomas y Maruja. Al día siguiente todos estaban emocionados por fin iban a estrenar el trineo. Las bajadas por las cuestas fueron divertidas y llenas de risas. Alonso no dejaba de reír y la silla de ruedas la había sustituido por los fuertes brazos de su padre, que aunque podía dar pequeños pasos no era capaz de correr y saltar. Ese día al llegar a casa todos vieron un árbol de navidad lleno de regalos y fue el culmen de la alegría para todos .

Todo esto lo recordaba Maruja seis meses más tarde. La falta de su marido y de su hijo le era tan pesada, que hasta respirar, se le hacia una quimera. Si no fuera por el pequeño Tomas que se le veía triste pero cada vez con las piernas más fuertes.

Esa Navidad parece que había traído una felicidad tan inmensa que la Neumonía quiso participar de ella. Unos días más tarde Tomas y el mayor de los niños fallecían por esa causa.


Comentarios

  1. Que triste y bonito a la vez No podía dejar de leerlo Precioso Cada vez me gustan más tus relatos Los espero con interés durante toda la semana GRACIAS

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