Encuentro con el respeto

 Me siento rara, todos me miran y sonríen. Se dan codazos al pasar a su lado. No entiendo, ayer llegamos a este acogedor lugar. Venimos todos los años, es un convento donde durante un par de días reflexionamos sobre nuestra vida y nuestro futuro. Sí, es cierto que siempre en un ambiente religioso. En estos encuentros compartes vivencias y preocupaciones. Haces oración en comunidad y principalmente es un encuentro con amigos. Este año es algo diferente para mí, el año pasado no pude venir; he comenzado a trabajar y mis turnos no siempre me permiten hacer lo que me gusta. Pero como decía este año es especial, tengo muchas ganas de compartir los cambios en mi vida. 

Salgo de la ducha, y al cruzarme con una de las chicas, le entra la risa floja; según me estoy vistiendo mi amiga viene con una sonrisa diferente en la boca y me pregunta, que tal he dormido. Ya me estoy empezando a mosquear. Y le digo que ha pasado , porque todo el mundo se ríe cuando me ve.

 Ayer estabas cansada ¿no? Me dice con la misma sonrisa que ahora ya comienza a parecerme estúpida. 

Pues, si la verdad. Le respondo sin entender que tiene que ver eso con que todos se descojonen cuando me miran. 

Nada ,nada, chica, que dormida eres muy graciosa. Me dice entre carcajadas. Ayer cuando llegamos a la habitación tu estabas dormida como un tronco. De pronto comenzaste a roncar, y aunque eran suaves, tus ronquidos nos hicieron reír. Hicimos toda clase de ruidos para que parases de roncar, al momento paraste pero seguías profundamente dormida. Te pusimos un gorrito de esos que están ahí, dijo señalando un rincón donde hacia un par de viejos baúles. 

La miré con los ojos como platos y me acerqué a los baúles. Pero estos son los que usamos para las fiesta final, cuando nos despedimos todos disfrazados . 

Si, claro te probamos unos pocos y  estuvimos sacando fotos y cantando a tu oído, y nada chica, que no te despertaste . Me aclaró con su, ya estúpida, sonrisa en la boca. 

Yo de inmediato miré a mi alrededor y con un sentimiento entre vergüenza y rabia, terminé de vestirme y me dirigí al comedor. 

Después de desayunar en el primer encuentro , a la hora de presentarnos, siempre lo hacíamos ya que habitualmente se apuntaban varias personas nuevas. Yo me levanté y con voz clara dije.

Me llamo Tatiana, soy de Ávila.  Porque llevo año y medio trabajando en una residencia de ancianos. Y en el turno que no trabajo estoy pegada a un montón de apuntes preparándome unas oposiciones de las que esta semana, por fin, me he examinado.  Los sábados me he reunido con los coordinadores de este encuentro para preparar todo el material y los temas que íbamos a tratar. Ayer por la mañana hice el examen que llevo preparando tanto tiempo, y del que depende mi futuro. Había salido a las ocho de la mañana del trabajo y a las diez comenzó el examen que duró cuatro horas. Por la tarde, aunque preocupada por el resultado,  estuve preparando con mucha ilusión mi mochila para este encuentro. Y organizando todo el material para todos los juegos que realizaremos entre esta tarde y mañana. Por eso os quiero dar las gracias a todas esas personas que ayer cuidaron de mi descanso, respetando mi sueño, y que esta mañana me han hecho sentir un ser especial, al tratarme con ese cariño que sólo la gente con la conciencia limpia puede tratar. 

Al sentarme un silencio sepulcral se apoderó de la sala, y de pronto un coro de sollozos  acaparó la atención de todas las personas que no habían compartido mi habitación. 



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