Amigas

 Hoy Jimena se dirige a casa de su amiga Carlota. Ambas tienen la misma edad, con 87 veranos en sus cuerpos, siguen siendo amigas. Han pasado tantas cosas juntas, y la vida les ha llevado por caminos tan diferentes. 

Jimena se casó y antes de su primer aniversario su marido murió en un accidente, dejándole embarazada de siete meses y muy lejos de su familia, ya que eran del sur. Ellos habían migrado para formar una familia. Cuando nació la pequeña María, Jimena tuvo que ponerse a trabajar. Llevaba a su hija en un cesto de casa en casa, mientras limpiaba y planchaba en casa de personas adineradas. Según María crecía e iba siendo más independiente, Jimena procuraba buscar trabajos que le fueran más rentables. Los domingos después de misa la niña jugaba con los demás parroquianos , mientras ella aprendía a leer. Allí conoció a Carlota. Esta se casó el mismo año que Jimena, pero tuvo un niño año y medio más tarde. De vez en cuando se lo dejaba a su suegra y Carlota iba de compras o simplemente descansaba. El día que el padre Julián comunicó en la misa que se iban a impartir clases para aprender a leer y escribir; ella fue la primera que se apuntó. Conectaron desde el primer minuto. No perdían la oportunidad de charlar tomando un café calentito en invierno y uno con hielo en verano, siempre que Jimena podía. Pasaron los años y sus vidas fueron muy diferentes. Carlota tuvo dos hijas más. 

Las amigas seguían siendo grandes lectoras, una afición que siempre le agradecieron al padre Julián. Hoy tantos años  después de aquellas clases, en su bolso lleva un regalo para Carlota, es un libro por supuesto. Le da un poco de reparo, su compañera de lecturas es muy negativa y se queja por todo en la vida. La vida según ella es una novela dramática. Jimena le suele decir que puede que la novela sea dramática, pero que hay que regarla con humor. Que la novela de la vida a parte de lágrimas tiene risas, caricias y grandes buenos momentos. 

Cuando por fin llega a su casa, la chica que le atiende le abre la puerta. Y le acompaña al salón donde entre penumbras está su contemporánea. 

Hola Carlota le dice acercándose primero a ella para darle un par de besos en las mejillas y luego a la ventana para subir hasta arriba la persiana. 

Hola Jimena ¿ya estás subiendo la persiana? Tanta luz me hace daño a los ojos_ le responde entrecerrando los ojos.

A ti siempre te hace daño algo. Mujer que hace un precioso día. 

Bueno si tú lo dices. Yo no veo que tiene de bonito. Además hoy me llamó mi hijo. ¿sabes? Otra vez se va de vacaciones a Canarias. Ese total de no venir a estar con su madre. Le suelta Carlota ya metida en materia con sus quejas. 

Jimena entorna los ojos al techo y coge aire, para no desesperarse con las quejas de su amiga. 

Después de tres cuartos de hora de visita y una conversación monopolizada por la negatividad de Carlota. Jimena se pone en pie y saca el regalo que traía con tanta ilusión, pero que ahora lo mira con recelo. Bueno Carlota espero que te siga gustando leer. Te he traído un libro muy especial. 

A Carlota se le ilumina la cara, los libros es lo único que le produce pequeñas alegrías. Rompe impaciente el papel , que tanto le ha costado encontrar a Jimena, sin ningún miramiento. Y allí está un precioso libro con tapa dura, con una portada en la que se ve una iglesia en blanco y negro y la cara de dos mujeres en color . La iglesia está en segundo plano y los rostros tan conocidos en primer plano. A la amiga pesimista se le llenan los ojos de lágrimas y la cara se le ilumina, con una sonrisa carísima de ver en ella. 

Nuestra historia.¿ Al fin la has escrito? Y publicado. Le dice casi gritando.

Bueno mi nieta, que después de volverme loca con los arreglos y correcciones . Mi dijo que lo podía autoeditar. No me preguntes como se hace, se ha encargado ella de todo. Y ayer me llegaron diez ejemplares a casa. Y como no, el primero para la coprotagonista de la historia. 

La escritora novel se fue de esa casa, por primera vez con alegría en el corazón. Con un semblante satisfecho. ¿Qué maravilla! Hoy lo había conseguido. Le robó una preciosa sonrisa a su querida amiga. 



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