Juventud olvidada
Este sábado celebro mis bodas de plata, me hace ilusión. Vendrá toda la familia. Mi madre a la verá después de doce largos meses. Es lo que más ilusión me hace de todo. Hace veinte años que vivo en Gijón y mi madre se quedó en ese pequeño pueblo de Sevilla que tantos bueno momentos me regaló en mi infancia y juventud. El trabajo y sobre todo mi salud y la suya nos han impedido visitarnos. Pero hoy es diferente. Mi hermana se ha armado de valor y la trae a pasar unos días, luego iremos nosotros a su casa para pasar el mes de agosto. Por fin podemos permitírnoslo. Me voy a la cama y espero que esta noche sea de las cortas. Últimamente no duermo bien y la noche se me hace eterna.
¡Qué maravilla! He dormido de tirón, me despierta el sol que entra por la ventana. ¿Pero qué es lo que estoy oyendo? Hay alguien en la cocina y Luis no puede ser, se fue de viaje y vuelve mañana.
Me levanto muy despacio y menuda sorpresa, ese dolor que suelo sentir al poner los pies en el suelo, ha desaparecido. Me dirijo hacia la puerta, pero me fijo bien; la habitación en la que estoy, no es la mía. El caso es que me resulta muy familiar. ¿Estaré soñando? Abro la puerta que comunica con una especie de sala de estar. No lo entiendo, es la sala de estar de casa de mis padres. Despacio y con mucho recelo me dirijo hacia lo que yo recuerdo que es la cocina, y allí está; mi madre trajinando como siempre. Está de espaldas terminando de fregar una cazuela. Se da la vuelta y con su eterna sonrisa me dice _ Verónica ya era hora , todavía vas a llegar tarde al instituto. Ve a vestirte y mientras te pongo el desayuno.
Yo la miro y la vuelvo a mirar. Está tan joven. Y con tanta energía. ¿qué está pasando? Me dirijo al baño y desde el espejo me mira mi yo adolescente con cara de no entender nada. Vuelvo a mirar y allí sigue esa jovencita mirándome con cara de susto. Me pellizco y me duele, o sea que tengo que estar despierta. Cuando vuelvo a la cocina mi madre me mira y de repente se pone muy seria . Pero mi niña¿ qué te pasa? ¿Por qué lloras? Y ¿por qué me miras como si no me hubieses visto hace meses?
_ Mamá, estás tan joven y tan ágil. Con tanta energía. Le respondo casi hipando.
_ Joven y ágil, Verónica hija,¿ tienes fiebre? Ayer me dijiste que ya era mayor para entenderte, que parecía una vieja con mi vestido azul, ¿y hoy lloras porque me ves joven? Hija lo mismo te tiene que ver un loquero de esos.
_ Sí , seguro que me tiene que ver el psiquiatra. Y sonriendo con lágrimas en los ojos me bebo la leche, que por cierto sabe a leche de verdad, y me como el pan recién tostado.
¿Realmente vuelvo a tener quince años? Quizá la vida me esté dando la oportunidad de vivir de nuevo para enmendar algún que otro error . O simplemente nunca tuve cincuenta años y eso fue un sueño.
Cojo mi mochila e intento recordar que hacía yo a esa edad. Salgo a la calle y tan ensimismada voy en mis pensamientos que sólo llego a oír el chirriar de frenos antes del gran impacto.
Abro los ojos despacio y oigo pitidos a un ritmo constante. Muevo mi mano y en mi campo visual entra una chica que lleva una mascarilla y me sonríe con los ojos. Veo también un hombre que se acerca con bata blanca.
_Verónica ya despertaste. ¿Qué tal te encuentras? ¿Sabes que te ha ocurrido? Me pregunta el que yo creo que es un médico.
_ Si, tuve un accidente. Le respondo con gran dificultad.
_ Si, se puede llamar así. Hace varios días que llegó a urgencias. Y tras ponerte varios tratamientos, hemos conseguido que despiertes. Después te haremos un escáner, para ver hasta dónde llega el daño cerebral, si es que lo hay.
_ Quiero ver a mi madre. ¿Es posible?
_ A tu madre no creo que sea posible , pero si puedes ver a tu marido, que está muy preocupado por ti.
En ese momento veo a un hombre con el pelo empezando a blanquear, que se dirige a mí, con los ojos rojos de haber llorado.
-Verónica, lo he pasado fatal, pensaba que me dejabas sólo. Te quiero, no lo olvides.
_ Mi madre ¿ dónde está? Pregunto desconcertada y reconociendo a Luis.
_ Tu madre está en casa, esperando que te recuperes. Mañana vendrá a verte. Lo ha pasado fatal. Llegó justo el día del derrame. La celebración la hemos pospuesto, pero en cuanto te recuperes se celebrarán por todo lo alto nuestras bodas de plata.
¡Qué maravilla! He dormido de tirón, me despierta el sol que entra por la ventana. ¿Pero qué es lo que estoy oyendo? Hay alguien en la cocina y Luis no puede ser, se fue de viaje y vuelve mañana.
Me levanto muy despacio y menuda sorpresa, ese dolor que suelo sentir al poner los pies en el suelo, ha desaparecido. Me dirijo hacia la puerta, pero me fijo bien; la habitación en la que estoy, no es la mía. El caso es que me resulta muy familiar. ¿Estaré soñando? Abro la puerta que comunica con una especie de sala de estar. No lo entiendo, es la sala de estar de casa de mis padres. Despacio y con mucho recelo me dirijo hacia lo que yo recuerdo que es la cocina, y allí está; mi madre trajinando como siempre. Está de espaldas terminando de fregar una cazuela. Se da la vuelta y con su eterna sonrisa me dice _ Verónica ya era hora , todavía vas a llegar tarde al instituto. Ve a vestirte y mientras te pongo el desayuno.
Yo la miro y la vuelvo a mirar. Está tan joven. Y con tanta energía. ¿qué está pasando? Me dirijo al baño y desde el espejo me mira mi yo adolescente con cara de no entender nada. Vuelvo a mirar y allí sigue esa jovencita mirándome con cara de susto. Me pellizco y me duele, o sea que tengo que estar despierta. Cuando vuelvo a la cocina mi madre me mira y de repente se pone muy seria . Pero mi niña¿ qué te pasa? ¿Por qué lloras? Y ¿por qué me miras como si no me hubieses visto hace meses?
_ Mamá, estás tan joven y tan ágil. Con tanta energía. Le respondo casi hipando.
_ Joven y ágil, Verónica hija,¿ tienes fiebre? Ayer me dijiste que ya era mayor para entenderte, que parecía una vieja con mi vestido azul, ¿y hoy lloras porque me ves joven? Hija lo mismo te tiene que ver un loquero de esos.
_ Sí , seguro que me tiene que ver el psiquiatra. Y sonriendo con lágrimas en los ojos me bebo la leche, que por cierto sabe a leche de verdad, y me como el pan recién tostado.
¿Realmente vuelvo a tener quince años? Quizá la vida me esté dando la oportunidad de vivir de nuevo para enmendar algún que otro error . O simplemente nunca tuve cincuenta años y eso fue un sueño.
Cojo mi mochila e intento recordar que hacía yo a esa edad. Salgo a la calle y tan ensimismada voy en mis pensamientos que sólo llego a oír el chirriar de frenos antes del gran impacto.
Abro los ojos despacio y oigo pitidos a un ritmo constante. Muevo mi mano y en mi campo visual entra una chica que lleva una mascarilla y me sonríe con los ojos. Veo también un hombre que se acerca con bata blanca.
_Verónica ya despertaste. ¿Qué tal te encuentras? ¿Sabes que te ha ocurrido? Me pregunta el que yo creo que es un médico.
_ Si, tuve un accidente. Le respondo con gran dificultad.
_ Si, se puede llamar así. Hace varios días que llegó a urgencias. Y tras ponerte varios tratamientos, hemos conseguido que despiertes. Después te haremos un escáner, para ver hasta dónde llega el daño cerebral, si es que lo hay.
_ Quiero ver a mi madre. ¿Es posible?
_ A tu madre no creo que sea posible , pero si puedes ver a tu marido, que está muy preocupado por ti.
En ese momento veo a un hombre con el pelo empezando a blanquear, que se dirige a mí, con los ojos rojos de haber llorado.
-Verónica, lo he pasado fatal, pensaba que me dejabas sólo. Te quiero, no lo olvides.
_ Mi madre ¿ dónde está? Pregunto desconcertada y reconociendo a Luis.
_ Tu madre está en casa, esperando que te recuperes. Mañana vendrá a verte. Lo ha pasado fatal. Llegó justo el día del derrame. La celebración la hemos pospuesto, pero en cuanto te recuperes se celebrarán por todo lo alto nuestras bodas de plata.
Ohhhhhh precioso y muy emotivo
ResponderEliminarTe superas, impactante... Te deja descolocado muy bueno
ResponderEliminarQ guay recordar relatos No me acordaba de él
ResponderEliminarPerfecto y de la foto síi la recuerdo