Al fin la fortuna me visita
Como cada mañana, me visto con
prisa, ya que el frío se me mete en los huesos. Corro al baño más cercano a mi
cama para asearme. Me calzo los zapatos rojos, que tanto revuelo han armado en
el trabajo y salgo apresurado, para no perder el tranvía que me llevará al otro
lado de la ciudad. Allí me espera un día lleno de quehaceres, las horas suelen
pasar rápido. He congeniado con los compañeros, que son un encanto, no faltan
risas entre tarea y café.
Soy el nuevo, y eso siempre
suscita curiosidad. Mi vida, por fin, ha girado en la rotonda de la fortuna.
Después de los varapalos con los que me ha tratado, al fin me da un respiro.
Trabajo ganándome el sustento, sin tener que depender de terceros.
Estoy muy ilusionado, he
encontrado un nuevo alojamiento. Es un piso compartido, pero seguro que mejor
que mi actual morada. Me mudo el sábado, y teniendo en cuenta que hoy es
jueves, ya queda un suspiro. Esta noche será la última que duerma allí. Ya tengo
mis cosas preparadas para la mudanza.
El día ha volado, me dirijo
nervioso a mi lugar de descanso. Tras una frugal cena, me acomodo al calor de
las mantas.
— Hoy, el chico de zapatos
colorados, se está retrasando — comenta el jefe de sección.
—¿Estevao? Qué raro, siempre es
el primero en llegar. — Le replica un compañero con el que se lleva de
maravilla.
— Cuando llegue le voy a cantar
las cuarenta, no lleva aquí tanto tiempo como para no aparecer sin avisar. —
dice el jefe alejándose hacia el cuarto del café, donde está encendido el
pequeño televisor que alguien trajo para ver los encierros de San Fermín, y
allí se quedó.
Cuando el jefe estaba llevándose
el café a los labios se quedó paralizado, en la pantalla se veían unos
inconfundibles zapatos rojos sobresaliendo de una maraña de mantas quemadas.
Tuvo que leer varias veces el titular.
"Detenidos los jóvenes que
anoche quemaron a un indigente que dormía en un cajero"
Ohhhhhh q dolor y q pena Un bonito relato y conmovedor Gracias
ResponderEliminar